Estupenda cinta de terror. Opera prima de James Watkins, autor de la interesante "The Woman in Black" (La mujer de negro, 2012).
Watkins, que también firma el guión, entrega una película violentísima y descarnada. Su "Eden Lake" es una obra asfixiante y francamente turbadora. Todo ello partiendo de unas premisas tan sencillas como las que siguen: una exultante pareja se va de camping y, sin comerlo ni beberlo, son brutalizados por los groseros adolescentes del pueblo. Así, sin más. Una historia simple como el mecanismo de un botijo, que, sin embargo, consigue lo que a muchas otras escapa: dar miedo. Porque, en efecto, "Eden Lake" logra lo único que se propone- y no es poco, vistos tantísimos antecendentes-. Esto es, una vez más, repitan conmigo: dar miedo. Mucho más que eso. Un malestar generalizado se apoderará del espectador a medida que avancen los minutos de esta crónica de una, o dos, torturas anunciadas- recreadas, además, con morbosa fruición-. No se trata sólo del boato sanguinolento- hay en "Eden Lake" un generoso dispendio de hemoglobina, tanto arterial como venosa-, sino de la sombrías conclusiones acerca del género humano a que se nos induce. Y es que sólo una criatura tan despreciable como el hombre es capaz de conductas tan atroces, tan antinaturales en suma, como las que atraviesan esta película.
En la piel lacerada de la infeliz pareja encontramos al siempre correcto- y casi un desconocido entonces- Michael Fassbender, y a la encantadora pelirroja Kelly Reilly- vista en la celebérrima "L´auberge espangole" (Una casa de locos, 2002)-. Ambos sufren con verosimilitud. Virtud ésta, la de la credibilidad, que últimamente parece desterrada del maltratado género. Así que se agradece el plañidero esfuerzo.
Insisto, para terminar, en recomendar encarecidamente el visionado de esta "Eden Lake" tan modesta como impactante. James Watkins, al que definitivamente habrá que seguir la pista, se deshace de todo subterfugio argumental para dejar una marca indeleble en la conciencia del noqueado espectador.