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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Terror. Drama Una mujer joven y solitaria es consumida por sus deseos más profundos y oscuros después de que la tragedia golpea la tranquilidad de su vida en el campo. (FILMAFFINITY)
25 de febrero de 2022
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Varios críticos a sueldo han visto en «The Eyes of My Mother» una especie de «La matanza de Texas» («The Texas Chainsaw Massacre», 1974) pasada por el tamiz de Bergman, e incluso Almodóvar. La verdad, puestos a buscarle los parecidos —que siempre visten mucho cuando uno reseña cualquier cosa—, a mí me recuerda bastante más a «Psicosis» («Psycho», 1960), por la elección del blanco y negro —excelente fotografía a cargo de Zach Kuperstein— y, sobre todo, por los «mommy (y daddy) issues» que vertebran el sádico devenir de su protagonista.
Nicolas Pesce, joven realizador —32 añitos tiene la criatura, 26 cuando rodó la cinta que nos ocupa— al que, como al antedicho Kuperstein, conviene seguir la pista de cerca, pone su propio y enfermizo guion en imágenes asimismo profundamente turbadoras para obsequiarnos con una rara joya, más extraña si cabe en un subgénero que últimamente no se prodiga demasiado al respecto. Con texturas indies, pero ni rastro del desaliño que suele ser de uso —al contrario, no hay plano que no esté ejecutado con precisión quirúrgica; algunos de ellos son de una geometría que hubiera firmado un Antonioni—, claroscuro expresionista y una omnipresente Kika Magalhães que, pese a su aparente fragilidad —debe de pesar 35 quilos, y eso después de la comida de Navidad— hace gala de una presencia escénica abrumadora, «The Eyes of My Mother» se erige en una muy grata sorpresa dentro del nutrido catálogo de Amazon.
La película de Pesce —quien, por cierto, tiene pinta de secundario rarito, carne de cuchillo jamonero, de sus propios films— no dará miedo en el sentido tradicional del término, principalmente porque no echa mano de subrayados musicales ni subterfugios argumentales; pero sí logra inducirnos una saludabilísima inquietud desde el primer minuto, desasosiego que se va a agravar con el paso del metraje hasta alcanzar cotas de un malestar rayano en la náusea pura y sin coartadas.
Carorpar
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