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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
3
Thriller. Intriga Tom Selznick (Elijah Wood), un joven y talentoso pianista que reaparece ante el público tras una breve retirada por miedo escénico, se sienta al piano y se encuentra una nota amenazadora, en la que se le conmina a ejecutar el mejor concierto de su vida si quiere salvar su vida y la de su esposa. (FILMAFFINITY)
18 de octubre de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Grand Piano" es un título que remite, desgraciada e inmediatamente, a "Gran Torino". Ni que decir tiene que ahí se agota toda similitud con la estupenda cinta de Eastwood. Porque "Grand Piano" es una de las peores películas con que me he afrentado en los últimos meses. Sin paños calientes, mala de solemnidad.
Eugenio Mira, perpetrador de este bodrio cósmico, parece tenerse por discípulo de Brian De Palma. Nada que objetar, a priori. El discípulo aventajado tiene su gracia, durante un tiempo al menos. Pero cuando dicho discipulado se ejerce a través de la diversificación curricular, no resulta sino ridículo. Porque "Grand Piano" copia- y muy mal, por cierto- todos los tics de De Palma- su manera un tanto sincopada de exponer el suspense se torna aquí concatenación aleatoria de sinsentidos-, al tiempo que se muestra manifiestamente incapaz de recrear ninguna de sus virtudes- la barroquizante grandiosidad formal de De Palma muta a vulgar adefesio escenográfico en manos de Mira y sus cómplices.
Por si fuera poco crimen todo lo antedicho, estamos frente a una película descaradamente tramposa. El adverbio no es gratuito. Me explico: las trampas argumentales son aceptables si, en la medida de sus posibilidades- o de las aptitudes de sus responsables-, pasan más o menos desapercibidas. Ejemplo palmario de lo cual es el mcguffin hitchcockiano, prueba de que se puede jugar al escondite con el espectador; pero, eso sí, respetando siempre su inteligencia. No es el caso. "Grand Piano" avanza a golpes de inverosimilitud, recurriendo a toda una gama de coartadas a cual más obscena.
En cuanto a las interpretaciones, podríamos clasificarlas en una horquilla que abarcase desde la vergüenza ajena hasta el cartón en coma, sin etapas intermedias. Elijah Wood, probablemente el peor actor de su generación, logra el imposible físico de la ubicuidad ocupando con orgullo todas las casillas del citado catálogo. En cuanto a John Cusack, intérprete interesante que acostumbraba a escoger buenos proyectos, no consigo figurarme las razones que le llevaron a participar en este desperdicio de celuloide. Puede que haya despedido a su agente, que atraviese dificultades económicas, o que se encuentre en esa edad, difícil para muchos actores, en que el flujo de llamadas disminuye dramáticamente. De lo que sí estoy convencido es de que ha dejado de leerse siquiera un resumen de los guiones que llegan a su buzón.
Carorpar
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