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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Fantástico. Comedia Una pareja llega a un hotel donde todo funciona mecánicamente. Considerada una de las primeras películas con la técnica del Stop-motion, realizado por uno de los directores más importantes del cine mudo, el español Segundo de Chomón.
25 de febrero de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante mucho tiempo se ha tenido a Segundo de Chomón por mero aprendiz de Méliès, epígono aventajado a lo sumo, cuando en rigor se trató de un rival, contratado por Pathé Frères a fin de hacer la competencia a aquél. Sin embargo, da la sensación de que nunca se lo ha tomado muy en serio, sobre todo en este país campeón del mundo en envidia y desagradecimiento.
Me parece que ya va siento hora de dar a este genio aragonés el reconocimiento que merece como uno de los mayores innovadores de la historia del cine en tanto concienzudo investigador de las posibilidades del color y creador del “travelling” propiamente dicho, esto es, colocando la cámara sobre una plataforma móvil y haciéndola recorrer los decorados con el consiguiente efecto tridimensional.
Dejando a un lado, su participación en iconos de la resonancia de “Cabiria” (ídem, 1914) y “Napoleón” (ídem, 1927), “El hotel eléctrico” podría perfectamente considerarse su obra maestra. Este corto de nueve minutos de duración que él mismo protagoniza en compañía de su esposa Julienne Mathieu constituye un alarde brillantísimo de otra de sus invenciones: el paso de manivela o “stop motion”, técnica de animación fotograma a fotograma vista después y hasta la irrupción de la tecnología digital en infinidad de películas, con el maestro Ray Harryhausen como su más devoto cultivador.
Es posible que los trucajes de “El hotel eléctrico” se antojen hoy traviesos jugueteos infantiles; no obstante, cabe suponer el deslumbramiento que debieron de causar en los inocentes espectadores de entonces, de ojos casi vírgenes comparados con los nuestros, saturados por el continuo e indiscriminado bombardeo de imágenes. Una fascinación análoga a la provocada por el uso industrial de la electricidad, de reciente descubrimiento y cuyas posibilidades dispararon la fantasía de tantos felices soñadores, bien se ve que Segundo de Chomón entre ellos.
Con todo, invito desde aquí a dedicar una mirada desprejuiciada a estas deliciosas manifestaciones primeras del séptimo arte, anteriores incluso a que se lo considerase como tal, cuando todavía atracción de barraca de feria y sus creadores una cáfila de ilusionistas a medio camino entre el científico loco y el vendedor ambulante de crecepelo.
Carorpar
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