Haz click aquí para copiar la URL
España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Terror. Fantástico En esta película Dreyer nos introduce en un universo fantasmagórico por medio de imágenes expresionistas. Un joven viajero, Allan Gray, se aloja en un extraño castillo, cuya atmósfera densa y enrarecida recuerda la de las pesadillas. El joven comienza a tener espeluznantes visiones, de las cuales la más terrible es el descubrimiento de una mujer inconsciente que ha sido atacada por un vampiro en forma de bruja. El maestro Dreyer rueda ... [+]
30 de marzo de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delicia terrorífica a cargo de Carl Theodor Dreyer, adaptación libre de “Carmilla”, joyita gótica que firmara otro maestro como Sheridan Le Fanu, eso sí, expurgada a fondo del componente lésbico-festivo del original literario, jolgorio excesivo para la austera sensibilidad de su director. Ni que decir tiene que “Vampyr” me ha erizado los pelos de la nuca en numerosas ocasiones, virtud común a bastantes de las fantasmagorías de entonces y que, por desgracia, han perdido casi todas las efectistas cintas de hoy.
Originalmente rodada como película muda y sonorizada a posteriori —los diálogos son escasos y bastante lacónicos—, abundan los intertítulos narrativos, bien directamente bien por libro interpuesto, hábil subterfugio con que disfrazarlos y hacer avanzar la trama. Las obtusas angulaciones, el tenebrismo lumínico y las sombras chinescas responden a parámetros netamente expresionistas, que Rudolph Maté, responsable de la celebradísima fotografía de “La pasión de Juana de Arco” (“La Passion de Jeanne d´Arc”, 1928), combina con un denso “sfumatto” en exteriores para acrecentar la sensación de onírica irrealidad. Asimismo, la sucesión de breves primeros planos de que, en buena medida, se componía aquélla es aquí sustituida por encuadres más amplios y planos más largos, incluso planos-secuencia —el travelling desde el ataúd constituye una audacia de antología—.
Estamos ante una película extraña, alejada del misticismo tradicionalmente asociado a su director, lo cual le supuso en su día un fracaso y que, de grado o por fuerza, pasara la década siguiente apartado del cine. Como el tiempo pone a cada cual en su lugar, “Vampyr” recibió el reconocimiento que desde un principio hubiera merecido, convirtiéndose en film de culto. Por su parte, el realizador danés regresó a la primera línea con “Dies Irae” (“Vredens Dag”, 1943), paso previo para la que, a mi juicio, es su obra maestra y una de las creaciones máximas de la historia: “Ordet” (“Ordet (La palabra)”, 1955).
Carorpar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow