Afortunadamente estamos viviendo en una época en la cual las series que se producen en televisión gozan de una calidad sin igual. Hay series para todos los gustos. Las hay más casuales y más atrevidas, pero todas siguen un modelo narrativo similar, independientemente del género.

Twin Peaks no.

La serie de culto de Lynch estaba en mi lista de cosas pendientes desde hace mucho y cuando me enteré de que la serie que acabó en el 91 iba a volver con una tanda de episodios en 2017 decidí lanzarme a por ella.

No os voy a engañar, el piloto de la serie no acabó de convencerme del todo. Incluso ahora, tras haber visto los 40 capítulos de la serie, sigo pensando que no merece un 8,1 de media. Supongo que en su día debió impactar más.

La cosa es que lo que es la serie al principio dista muchísimo de ser lo que viene después. La primera temporada (que muchos consideran la mejor) se me atragantó un poco. Los capítulos se me hacían algo largos, las actuaciones se sentían bastante sobreactuadas y había tramas secundarias que rozaban el ridículo. Pero aún así decidí seguir. Y caí. El inicio de la segunda temporada fue el gancho, fue el inicio de los sucesos estrafalarios e inclasificables. La serie había pasado de ser una tibia serie policíaca a algo más. El cuerpo de Laura Palmer cada vez me importaba menos, pero ya no podía dejar de apartar la mirada.

En general, pese sus altibajos, me quedo con la segunda temporada antes que la primera, aunque muchos estarán en desacuerdo, me parece más loca, más entretenida y más todo. Luego llegamos a aquel episodio final que tantas cabezas debió reventar en los 90 (si ya es raro ahora imagino que por aquel entonces la gente debió quedar alucinada). Pero eso fue solo la puntita...


Lo de este año, el regreso de Twin Peaks tras 26 años, ha sido otro nivel en todos los aspectos imaginables.
Hablemos en plata, la tercera temporada no se anda con mierdas. Lynch ha vuelto y manda a tomar viento toda la morralla noventera que arrastraba la original: fuera tramas amorosas que solo aportaban tedio y vergüenza ajena, fuera secundarios insulsos, fuera gags humorísticos fallidos, fuera ya esa música que me pones 200 veces en cada capítulo.

El camino fácil hubiese sido volver al pueblo desde el primer capítulo, con todos los personajes juntos e intactos y con una trama similar a la muerte de Laura Palmer. Nostalgia facilona, todos los rostros conocidos reunidos de nuevo y que no pare la música ni un segundo. ¿Ya está, no?

Ni hablar. Lynch no ha vuelto a la dirección para volver a contarnos el mismo cuento. Estamos en 2017 y ahora las cosas son distintas.

El inicio de la temporada es soberbio, la manera en que se van presentando los diversos personajes y sus entornos te mantiene pegado a la pantalla sin tener ni idea de lo que va a pasar. Es absolutamente impredecible en todo momento, sabe como hacer que te sorprendas, te maravilles, te frustres y te diviertas todo en el mismo capítulo.

Las interpretaciones son otra gran mejora, pues los personajes secundarios ya no parecen tan idiotas, y si se pretende que así sea al menos lo hacen bien. Volvemos a ver a viejos conocidos, pero eh, sin pasarse con la nostalgia. Eso me ha gustado. Tiene los puntos justos de nostalgia, sin excederse ni tampoco resultar escasa. Pero eso si, no esperéis ya desde el primer minuto a ver todo lo que queréis ver... de hecho, no lo esperéis en ningún momento porque es más probable que os muestren otra cosa, pero si eres un fan de la serie original disfrutarás igualmente.

Ojo, un fan con la mente abierta, porque si eres uno de esos borregos que esperas un calco de la original ya te puedes largar. Me enerva leer críticas negativas de ese tipo de gente, es decir, si hubiese sido lo mismo muchos se habrían quejado de eso, ¿pero ahora que nos ofrecen algo completamente diferente también te enfadas por ello? La gente nunca anda contenta.

Tampoco es un producto para impacientes. Hay secuencias largas, momentos de silencio extensos, personajes que aparentemente no van hacia ninguna parte, etc.

Twin Peaks va a contracorriente en todo: el protagonista actúa casi más como un secundario que parece no tener rumbo, ni objetivos ni coherencia (¿una sátira de la estupidez humana en general?), el cierre de los capítulos dista de ser un cliffhanger (esas maravillosas actuaciones de grupos reales), una trama que va dando tumbos, saltos y demás movidas sin perder un ápice su coherencia,...

En definitiva, es una serie que muy pocos se atreverían a poner en marcha o a financiar, incluso hoy en día con todo el panorama televisivo que tenemos a nuestra disposición. Y eso sumado a sus bajas audiencias confirman que la gente se siente más a gusto viendo Juego de Tronos, porque eh, lo ven los del trabajo y no quiero parecer un pringado en las conversaciones, o tragándome cualquier comedia que esté de moda aunque no me haga ninguna gracia. Porque la gente es así, quieren consumir algo que consuma todo el mundo para estar a la última moda, pero si tú, sí, tú, quieres ir más allá, con algo que no entiende ni de modas ni de años, adéntrate en este universo y te aseguro que, como mínimo, no quedarás indiferente.

Para mi es lo mejor que se ha emitido este año en televisión y punto.

Lo mejor: Que un señor de 70 años vuelva al ruedo con una obra de este calibre es de quitarse el sombrero. Todo está mejor medido que en la original y la calidad de la producción en general es mayor. El segundo capítulo es oro puro, el octavo algo nunca visto en TV y el decimoséptimo una pequeña joya que lo cambia todo. Kyle MacLachlan está enorme y desprende carisma por los cuatro costados. El final te deja a cuadros, en el buen sentido.

Lo peor: el capítulo 5 y el 15 me parecen los más flojos, y aún así son buenos. Lo peor realmente es que mucha gente se vaya a quedar sin ver este regalo en forma de serie televisiva.