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Voto de Jaeger477:
7
Drama. Comedia. Intriga Estado de Nueva York, años setenta. Irving Rosenfeld (Christian Bale), un brillante estafador, y su inteligente y seductora compañera Sydney Prosser (Amy Adams) se ven obligados a trabajar para un tempestuoso agente del FBI, Richie DiMaso (Bradley Cooper), que sin querer los arrastra al peligroso mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey. (FILMAFFINITY)
24 de febrero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película con tantas nominaciones a los óscar y que está en la actualidad en boca de todos se presta a multitud de críticas, algunas creo que justificadas, otras no tanto.

No nos engañemos, “American Hustle” no es una película perfecta, ni esa película definitiva sobre el despertar del sueño americano que en muchos sitios nos han querido vender. Pero más allá de expectativas y campañas de marketing esta es una película cuyas virtudes están explotadas al máximo y que, además, aúna algunas cualidades del mejor cine independiente con el entretenimientos más desenfadado y descarnado.

Es imposible no fijarse en esa síntesis casi perfecta de aquella década en que el adulterio empezaba a hacer gala de presencia, en la que el “contigo pan y cebolla” empezaba a mostrarse como una reliquia del pasado. La mujer empezaba a ser mujer y a sentirse mujer, su cuerpo empezaba a descubrirlo, muchas veces con escotes vertiginosos o peinados imposibles. Era su manera de reclamar su puesto no sólo en la vida conyugal, sino en una sociedad en la que se empezaban a atisbar cambios. Su emancipación empezaba a gestarse. El hombre también empezaba a experimentar su propia independencia. También empezaba a sentir el descontento de su vida conyugal y que ésta era una farsa. Ya no era ese ser posesivo y atávico que mantenía a la mujer como si fuese ésta un perro a una vaca. Buscaba su propia liberación y ésta la encontraba, en la mayoría de ocasiones, en la posibilidad de hacer dinero fácil. Estafas, corrupción, empezaban a ser algo que estaba a la orden del día y no tan en la sombra como hasta ese momento. Los viejos preceptos morales empezaban a ser un vestigio del pasado y se empezaba a caminar al margen de la ley.

El inconformismo, por tanto, empezaba también e reflejarse en el modo de vivir. No bastaba un mísero sueldo o una profesión degradante para sobrevivir; el hombre aspiraba siempre a más, incluso el aparentemente incorruptible policía fenomenalmente interpretado por Bradley Cooper.

David O. Russell lo que hace pues es situarnos sin que casi nos demos cuenta en esa época. Todo ello a través de una estética depurada, una selección de canciones verdadero lujo y unos personajes fenomenalmente escritos y mejor dirigidos que beben de ese sistema que empezaba a nacer.

Muchos tachan a la película de scorsesiana, pero del genio italo-americano O. Russell sólo coge lo canallesco de sus personajes y ese sentido de caminar en todo momento al filo de la navaja. Mientras los personajes scorsesianos son completamente o casi amorales los de “La gran estafa americana” conservan una doble moral que hace que sus actos no sean tan deleznables y radicales como puedan ser estos otros. Mientras los personajes de Scorsese son más reaccionarios y sanguíneos en los de O. Russell subyace una verdadera voluntad de cambio, esta vez movida por la necesidad de romper con un modo de vida que ya no les sirve. En este sentido, siempre resultan más cercanos y empáticos.

Todo ello se articula sobre unas líneas de diálogo a veces realmente lúcidas. Y es precisamente aquí donde la película del director americano alcanza uno de sus puntos álgidos. Personajes, una historia y un guión; sobre ello se cimentaba las películas del Hollywood clásico, con mayor o menor acierto en sus resultados. O. Russell recoge ese testigo y hace que en su cine veamos la esencia de ese cine mezclado con el rigor y, a veces riesgo, a la hora de tratar las historias del cine de ahora. Una acertada mezcla.

Sobresalientes Christian Bale y, como decía, Bradley Cooper. En ellos queda perfecto reflejo de ese cambio en la moral masculina que empezó a gestarse en esa época. Desaprovechada para mi gusto Amy Adams y, como también viene siendo habitual, sobresaliente Jennifer Lawrence con unas líneas de diálogos brillantes y corrosivas.

Lástima que todo el artefacto se vaya ligeramente al traste en una media hora final en el que esa doble moral tan bien trabajada a lo largo del metraje desaparezca para caer en cierto maniqueísmo y tufillo conservador que no cuadra con lo mantenido hasta entonces en el film.
Jaeger477
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