Desde que tengo uso de razón, siempre ha estado un cómic de Mortadelo y Filemón en mi mesa de noche. Me considero orgulloso de poseer y haberlas leída en más de 30 ocasiones todas y cada una de las 120 primeras historias largas de M & F. He pasado noches soñando con el Sulfato Atómico y el general Bruteztautzen, con la elasticina, con buscar a un perro que se ha tragado una dinamita, con probar los locos transportes y las no menos locas armas que el profesor bacterio ha diseñado, con ir a cada uno de las olimpiadas (incluyendo la de gatolandia) por una misión, con perseguir a los del Gang del Chicharrón, con intentar que no dinamiten la Estatua de la libertad, con perseguir a Merlín el Mago y los supervillanos, con reunir el plano de ali-gusano (incluyendo la firma)...

He huido de la oronda Ofelia. Le he chamuscado la barba al Bacterio. He perseguido a Irma. He huido despavorido cuando el Super va a darnos una misión. Me he disfrazado con Mortadelo y me he peinado los dos pelos de mi cocorota con Filemón.

Aparte de todo ello, he visto la película de Javier Fesser y he sentido decepción y rabia por no ajustarse a lo que en nuestros cómics aparece.

Decía Javier Fesser en una entrevista: "Antes de hacer la película teníamos dos opciones, releer los cómics y adaptarla o hacerla con el recuerdo de cuando eramos pequeños. Elegimos la segunda." Permítame decirle, en nombre de los aficionados a Mortadelo y Filemón que ha elegido usted la opción incorrecta y, si bien los cómics son intachables y lo seguirán siendo, su película es un bodrio y una blasfemia por la que merece estar en la hoguera de mi videoteca.

Adíos, destrozailusiones