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España España · Barcelona
Voto de Maximillian:
10
Aventuras. Intriga. Romance D'Artagnan, un intrépido joven, es dado por muerto tras intentar salvar a una joven de ser secuestrada. Cuando llega a París, intenta por todos los medios encontrar a sus agresores. Sin embargo, ignora que su búsqueda le llevará al corazón de una guerra en la que está en juego el futuro de Francia. Junto a Athos, Porthos y Aramis, tres valientes mosqueteros del rey, D'Artagnan se enfrenta a las oscuras maquinaciones del cardenal ... [+]
14 de mayo de 2023
14 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin el cine puede exponer una adaptación de la inmortal novela de Alexandre Dumas publicada en 1844, digna del genio de su autor.

A falta del visionado de la segunda parte que se estrenará el próximo mes de diciembre, esta primera parte ya ha superado el principal problema de casi todas las adaptaciones anteriores que consideraban el argumento como un relato de aventuras dirigido a niños y, por consiguiente, cuajado de infantilismos o susceptible de ser tomado con ironía, enfatizando componentes bufonescos y paródicos inexistentes en la historia original, como hiciera Richard Lester en su díptico rodado en España entre 1973 y 1974, o la propia cinematografía francesa en las versiones de André Hunnebelle de 1953 o de Bernard Borderie de 1961.

También resultan cuestionables la primera versión sonora de 1935 por su alejamiento del guion original, o la versión rodada por los estudios Disney en 1993, que contó con un excelente reparto y un guion infumable, o la versión de Peter Hyams en 2001, con su despliegue de artes marciales en la Francia del S.XVII, y por último, para rizar el rizo, la modernización de Paul W.S. Anderson en 2011 que convirtió el clásico texto de Dumas en un impersonal y aparatoso videojuego de acción de infausto recuerdo.

De tal forma que las mejores versiones hasta la fecha siguen siendo la versión silente de Fred Niblo de 1921, interpretada por Douglas Fairbanks y la dinámica versión dirigida por George Sidney en 1948 con Gene Kelly en el papel protagonista, concebido con acierto como un musical sin números musicales.

En este panorama esta nueva versión tiene la virtud de partir de un guion que se ha tomado en serio el espíritu de la novela original, que es un relato de aventuras de capa y espada ambientado en la turbulenta corte francesa del siglo XVII, con unos personajes dotados de cierta complejidad psicológica en una narración muy dinámica que no elude los aspectos dramáticos cercanos a la tragedia.

La trama se mantiene fiel al espíritu de la obra original, si bien introduce subtramas para acentuar la presencia de algunos personajes o aumentar la emoción de ciertas escenas, pero el resultado final es absolutamente respetuoso con el texto de Dumas.

Su mayor acierto radica en el despliegue actoral con lo más granado del cine francés y europeo actual, desde Eva Green, que incrementa su galería de malvadas, componiendo una desatada Milady de Winter, auténtica encarnación del mal, que entra de lleno en la galería de villanas fascinantes de la historia del cine, con el permiso de sus predecesoras, Lana Turner, Faye Duneway, Mylène Demongeot, Rebecca de Mornay o Milla Jovovich, hasta Vincent Cassel, cuyo torturado Athos, resulta más oscuro y cansado que en anteriores versiones, en las que destacaron Van Heflin y Oliver Reed, pasando por la pareja real, unos convincentes Louis Garret y Vicky Krieps, cuyas brillantes apariciones en pantalla capitalizan la atención del espectador, o la espléndida pareja protagonista, un aguerrido François Civil y la encantadora Lyna Koudry en el papel de la dulce y abnegada Constance.

Quizá se echa de menos una mayor participación de la intrigante figura del cardenal Richilieu, interpretado por Eric Ruf, aspecto que probablemente quede corregido en la segunda parte del film dedicada a Milady, ya que siguen siendo memorables en la retina del espectador, las imponentes aposturas de Vincent Price y Charlton Heston en ese carismático papel.

La localización de los exteriores en escenarios reales franceses adquiere papel protagonista, Île-de-France, les Invalides, el patio del Louvre, la catedral de Meaux y los castillos de Fontainebleau, Chantilly y Compiègne, lucen espléndidos al recrear su glorioso pasado en la corte borbónica.

De la dirección de Martin Bourboulon, conviene destacar el gusto por el detalle, los colores terrosos y en sombras de la fotografía, la delicada dirección de actores y el voluntario alejamiento de las luchas de espadachines coreografiadas, como suele ser habitual, para bajar la cámara al nivel de los combatientes y hacer sentirse al espectador, inmerso en la lucha.

Por todo ello, hemos de felicitarnos por poder disfrutar de esta atractiva muestra del cine de capa y espada de corte clásico y porque, desde el seno de la cinematografía francesa, se haya hecho justicia por fin a la obra inmortal de Alexandre Dumas.
Maximillian
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