Lo que sufren algunas películas supuestamente clásicas demasiado radicadas en las modas de ciertos años muy emblemáticos. Curiosamente aquí, sin embargo, la que resulta valiosa es la parte social y sexualmente transgresora, muy cara a los 70, en el primer tercio de la película, cuando un pobrecito Dustin Hoffman veinteañero es asediado y finalmente derribado por una arrebatadoramente madura Anne Bancroft. El metraje restante, casi de repente y en cuanto se mete en la cinta el elemento del amor, es convencional y, peor aún, tedioso, indigno del brillante comienzo en la estela del personaje de Bancroft.