Minuto 40. Una de las víctimas femeninas logra desatarse y llegar hasta un ventanal roto. Ahí está la libertad, a dos pasos está el bosque por donde salir huyendo a buscar ayuda. Pero no, la muy idiota se devuelve al sótano para rescatar a su amiga atada y completamente sedada en una cama.

Minuto 72. Dos policías en la casa, están seguros de que el doctor es el responsable de la desaparición de por lo menos cuatro personas, incluso se dan cuenta que el doctor intentó sedarlos al sosprenderlo con una geringa escondida en su mano. No hay orden de allanamiento, así que se retiran sin más a buscar una. Un policía real lo arresta en el lugar y no le da ninguna posibilidad al asesino de borrar pruebas o de terminar con alguna víctima aún viva. Para arrestarlo no se necesita orden de allanamiento, pues ya están dentro de la casa con el permiso de su morador.

Minuto 74. La cabeza del ciempiés humano, el japonés, entierra un bisturí en la pierna del doctor y luego le muerde el cuello hasta dejarlo inconsciente. Como en toda película tonta no remata ni asegura al asesino, además hay un teléfono a medio metro y no lo utiliza para pedir ayuda.

Minuto 81. El japonés tiene otra posibilidad cierta de matar a su victimario, razones tiene de sobra, la rabia contenida debe ser inmensa, además dos personas más (las muchachas) dependen de él. El doctor está muy mal herido y el japonés cuenta con un afilado pedazo de vidrio y una pesada lámpara de metal. Y en vez de enfrentarlo, dicta un discurso sobre principios y se hace harakiri (se suicida).