El tercer largometraje de Sam Taylor-Johnson, directora del biopic sobre John Lennon Nowhere man y del drama erótico Cincuenta sombras de Grey, es una historia de superación personal de un joven adicto a las drogas y al alcohol que, después de un accidente, va a rehabilitarse a un centro de Minnesota. Su hermano, una terapeuta, una paciente y el personaje secundario de Billy Bob Thornton, serán los encargados de recuperar a un desgraciado para salvarle de su espiral autodestructiva. En este viaje de superación personal, James, el protagonista, deberá reconquistar su libertad.

Filmada al estilo indie americano, la narrativa de esta obra no nos descubrirá ningún personaje que no hayamos visto antes en el cine, ni nos deslumbrará con giros de guión imposibles; pero es una película bien escrita, con personajes que representan arquetipos sin ser superficiales, y controlada por una cineasta, Taylor-Johnson, que sabe contar historias.

La originalidad estriba en las transiciones entre escenas, momentos en los que la realizadora se toma la licencia de incluir pequeños fragmentos con estética y movimientos de cámara tipo videoclip que, en ocasiones, le dan un toque surrealista y soñador a esta cinta.

Aparentemente basado en hechos reales, el guión adapta las memorias de James Frey, quien en 2006 confesó a Oprah Winfrey que la mayoría de las peripecias de su libro fueron inventadas. Curiosamente, Frey es coguionista junto con el matrimonio Taylor-Johnson.

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