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Voto de rouse cairos:
6
5,8
53.533
Ciencia ficción. Thriller. Acción
Ambientada en una sociedad futura. El hallazgo de una fórmula contra el envejecimiento trae consigo no sólo superpoblación, sino también la transformación del tiempo en moneda de cambio que permite sufragar tanto lujos como necesidades. Los ricos pueden vivir para siempre, pero los demás tendrán que negociar cada minuto de vida, y los pobres mueren jóvenes. Tras conseguir, por casualidad, una inmensa cantidad de tiempo, Will ... [+]
5 de diciembre de 2011
25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los personajes se mueven rápido, porque el tiempo es literalmente oro en esta película y no puede desperdiciarse (salvo que tengas demasiado y un guardaespaldas para cuidarlo). Justin Timberlake y Amanda Seyfried componen una glamorosa parejita despareja (ella rica, y él pobre), que desafía las reglas de una controladora e injusta sociedad futurista.
Las buenas películas de ciencia ficción necesitan más de ideas consistentes que de efectos especiales y grandes explosiones. Sin aparición de alienígenas, armas o tramas demasiado sofisticadas se puede construir una profunda mirada sobre el futuro, que por lo general tiende -en los mejores ejemplos- a una visión más sombría que esperanzada, mostrando el lado oscuro del avance tecnológico y científico, "distopías" que reflexionan sobre posibles sociedades posibles, cuyo funcionamiento se basa en alienantes formas de control. En la historia del cine existe una nutrida antología, donde sobresalen títulos como “Fahrenheit 451” de François Truffaut, "Soylent Green" de Richard Fleischer o “Blade runner” de Ridley Scott, entre otros paradigmas. Por este camino se encaminaba "El precio del mañana" hasta que descarrila alejándose de la esencia genuina de aquellos relatos y si bien entretiene, carece de profundidad, aunque se rescata siempre por su estética deslumbrante y perfeccionista.
La estilizada película de Andrew Niccol trata sobre una sociedad donde se acabaron las enfermedades y las personas detienen el proceso de envejecimiento a los 25 años. Pero a partir de ahí, les queda solamente un año de vida y cada cosa que consumen se paga con tiempo (segundos, minutos, horas, días, décadas). Los avances genéticos traen como contrapartida la superpoblación y las medidas darwinistas de controlarla.
"El precio del mañana" tiene ese toque autoral que hace esperar de ella mucho más de lo que termina ofreciendo. Su inteligente hilo argumental plantea la acción en un futuro donde cada persona lleva impreso en su brazo un reloj en el que figura el tiempo que le queda de vida y que se recarga como si se tratara del crédito de un teléfono celular. Como en "Soylent Green", los más ricos disponen de todos los recursos, pueden dilapidar todo el tiempo que quieran para adquirir productos de lujo y viven en zonas exclusivas. Los pobres viven en guetos y de allí surge el héroe joven y bello (Justin Timberlake) que como un Prometeo posmoderno intentará esta vez devolver el tiempo a los mortales.
Las buenas películas de ciencia ficción necesitan más de ideas consistentes que de efectos especiales y grandes explosiones. Sin aparición de alienígenas, armas o tramas demasiado sofisticadas se puede construir una profunda mirada sobre el futuro, que por lo general tiende -en los mejores ejemplos- a una visión más sombría que esperanzada, mostrando el lado oscuro del avance tecnológico y científico, "distopías" que reflexionan sobre posibles sociedades posibles, cuyo funcionamiento se basa en alienantes formas de control. En la historia del cine existe una nutrida antología, donde sobresalen títulos como “Fahrenheit 451” de François Truffaut, "Soylent Green" de Richard Fleischer o “Blade runner” de Ridley Scott, entre otros paradigmas. Por este camino se encaminaba "El precio del mañana" hasta que descarrila alejándose de la esencia genuina de aquellos relatos y si bien entretiene, carece de profundidad, aunque se rescata siempre por su estética deslumbrante y perfeccionista.
La estilizada película de Andrew Niccol trata sobre una sociedad donde se acabaron las enfermedades y las personas detienen el proceso de envejecimiento a los 25 años. Pero a partir de ahí, les queda solamente un año de vida y cada cosa que consumen se paga con tiempo (segundos, minutos, horas, días, décadas). Los avances genéticos traen como contrapartida la superpoblación y las medidas darwinistas de controlarla.
"El precio del mañana" tiene ese toque autoral que hace esperar de ella mucho más de lo que termina ofreciendo. Su inteligente hilo argumental plantea la acción en un futuro donde cada persona lleva impreso en su brazo un reloj en el que figura el tiempo que le queda de vida y que se recarga como si se tratara del crédito de un teléfono celular. Como en "Soylent Green", los más ricos disponen de todos los recursos, pueden dilapidar todo el tiempo que quieran para adquirir productos de lujo y viven en zonas exclusivas. Los pobres viven en guetos y de allí surge el héroe joven y bello (Justin Timberlake) que como un Prometeo posmoderno intentará esta vez devolver el tiempo a los mortales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Con un argumento que funciona como una metáfora, o mejor dicho, como un eco de la sociedad actual, donde hay robos de tiempo para poder sobrevivir, bancos que lo prestan a una tasa de interés usuraria y zonas sociales divididas según el tiempo de cada uno, esta efectiva alegoría económica de resonancias cercanas se degrada, cuando cada una de sus piezas entran en el andamiaje de una superproducción que se adapta a las reglas masivas y despliega todos los tics obvios de la acción y la aventura: persecuciones sobre techos, las clásicas esquivadas y choques sobre las rutas, con autos cayendo y sus héroes adentro, casi sin rasguños. Así, el film abandona la oportunidad de profundizar en un material que daba para abordar la condición humana, sus búsquedas y límites. En mi caso, abandoné las especulaciones filosóficas y terminé desviando mi atención hacia los zapatos de la glamorosa Amanda Seyfried y preguntándome cómo pero cómo hace esta chica para correr tanto con unos tacos tan desmesuradamente altos.