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España España · Barcelona
Voto de zoquete:
10
Drama. Terror En un circo lleno de seres deformes, tullidos y personas con diversas amputaciones, Hans, uno de los enanos, hereda una fortuna. A partir de ese momento, Cleopatra, una bella trapecista, intentará seducirlo para hacerse con su dinero. Para lograr su objetivo, traza un plan contando con la complicidad de Hércules, el forzudo del circo. (FILMAFFINITY)
19 de julio de 2005
160 de 218 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película va de un enano que se enamora de la trapecista, guapa ella, ambiciosa ella. Así, la bella planea envenenarlo junto al forzudo, su amante y cómplice.

¿Puede existir gente horrible con nuestros mismos sentimientos, o el infortunio les prepara para soportarse? ¿Cómo se puede sobrevivir sin ser agradable a los demás?

- ¿Me querrías si fuera deforme? - Le pregunté a mi amor una vez.

No me contesta. Pensará en un partido de fútbol, en su absorbente ¿trabajo? o en la estúpida revisión de la moto. Le insisto.

- Claro que sí, cariño – escupe. Suena como cuando le pregunto si quiere más ensalada, si prefiere que me compre la blusa malva o beige. Para mí que jamás se ha imaginado con una mujer horrible, tuerta o algo así... quizás con Maribel Verdú en “La Buena Estrella”, ¡pero es Maribel Verdú!

- ¿Y si tuviera un accidente y me volviera más torpe? - Recuerdo las inquietantes imágenes de atroces seres persiguiendo a la bella trapecista. Cuerpos mutilados andantes, desfigurados sonrientes, entusiasmados fantoches. ¿Qué farsa es ésta? ¿no son conscientes de la repulsión que producen?

- ¿Me querrías entonces, por lo que realmente soy, cielo?

Me suicidaría si yo fuera tan grimosa como la mujer barbuda, o calva, o jorobada. ¿Amor ciego? ¿Quién podría quererme así? ¿Quién puede quererse así? ¿Tendría que conformarme con un hombre elefante de esos? Me odio encontrándome horrible y, desde luego, en ningún momento de mi vida lo he estado tanto como el más agraciado de esos monstruos.

No me extraña que esta asquerosa película fuera censurada en su época, o prohibida totalmente como en Nueva York o en Gran Bretaña. “Su producción ha requerido una mente débil, y su contemplación requiere un estómago fuerte” decía el Atlanta Journal en febrero de 1932.

Salí de la sala mareada y deseando maquillarme. Afortunadamente era en blanco y negro, vieja y algo borrosa. Creo que no hubiera soportado ver en color y con toda nitidez a esas muchachas de diminutas cabezas cónicas y sonrisa perversa, además de esos otros individuos de cuerpos mutilados, sin brazos o piernas... y para dos que son normales, el forzudo y la trapecista, resultan ser los criminales.

Dicen que la película nos despierta sentimientos contradictorios, ¿preferimos identificarnos con bellos míseros, o con engendros honestos? ¿Sentimos más aversión por una joroba o por una villanía? ¡Pensadlo vosotros, pero sin prisas!

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¡Con los engendros! ¿Seguro? Hipocritillas... ¡Hasta el propio director se escapaba a vomitar cuando comía junto a los actores, con deformidades reales! A mí, no me liéis, que tengo mis propias dudas por resolver...

- Amor, ¿me quieres por lo que realmente soy?

-¿Por lo que “realmente” eres? ¿Qué es “realmente”? Porque si te vuelves lela, te extirpan las tetas y te fracturan las caderas, ¿cómo te reconocería? ¿por qué te iba a querer? ¿por tu número de DNI?”

“La hermosura ha nacido para triunfar hasta de la estupidez” - Sarmiento
zoquete
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