Tomo esta película como lo que es: una inocente diversión y nada más. Y es que Mercero ya hacía de las suyas allá por el año 1982 el año de Naranjito. ¡Dios pero qué poco sentido del ridículo! Da un poco de COSITA ver esta película sobre todo por lo hortera que es y por el tufillo adolescente que destila ¡pero vamos sin complejos! Aquí quien más quien menos se marca una cancioncita así a coro con sopa de monstruo incluida. Por suerte Mercero no repitió la fórmula pero luego llegarían otras joyas de producción propia.

Coreografías propias de un mono borracho y un guión requetebásico es lo más llamativo del film junto con una pandilla de niños un poco repelentes pero no tan antipáticos como pudiera parecer.

El caso es que si consigues superar la vergüenza ajena resulta una película amena y divertida con unos números musicales que nos introducen de lleno en el mundo de la infancia y adolescencia. Obra de culto ¿por qué no decirlo? y un producto muy de su tiempo.