Haz click aquí para copiar la URL
Antigua y Barbuda Antigua y Barbuda · Punto Nemo
Voto de Licnobio:
10
Comedia. Romance Un pobre vagabundo (Charles Chaplin) pasa mil y un avatares para conseguir dinero y ayudar a una florista ciega (Virginia Cherrill) de la que se ha enamorado. (FILMAFFINITY)
6 de septiembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película nos hace recordar que el arte cinematográfico es en su núcleo, una coreografía de emociones y significados. En un mundo donde el cine ha evolucionado hasta el punto de deslumbrarnos con imágenes cada vez más grandiosas y complejas, esta película nos recuerda la belleza de lo simple, lo sencillo, lo atemporal.

Esta obra no sólo merece una votación, merece ser sentida desde lo más profundo de nuestro ser, transportándonos a una época donde el cine era una amalgama de diferentes artes en una sola. La figura de Chaplin, actor, compositor, guionista, y bailarín, nos lleva a través de un viaje en donde cada cuadro es una pequeña obra de arte, un fragmento de un collage que narra diversas historias unificadas bajo una visión única y visionaria.

El lenguaje que utiliza esta película es universal, basado en las emociones humanas que trascienden las barreras del tiempo y del espacio. Nos enfrentamos a un lienzo en donde se despliegan escenas que nos hacen reír de alegría y llorar de tristeza, donde experimentamos una tragicomedia que revela lo absurdo y lo hermoso de la existencia humana.

Se nos presenta una sociedad en la que las diferencias sociales y los estamentos están marcados, una crítica que sigue siendo válida casi un siglo después. En medio de esta estructura, encontramos a Charlot, un personaje que va a rebufo de la vida, pero que representa la humanidad y el altruismo en su forma más pura.

Una de las escenas más conmovedoras y memorables es, sin duda, la interacción con la chica ciega, un momento que transciende el lenguaje verbal y nos conecta directamente con las emociones más humanas, el amor no correspondido, el desamor correspondido, todos encapsulados en un simple intercambio que nos hace testigos de la comunión de almas.

Es en la sencillez donde reside su grandeza, en la meticulosa coreografía que es comparable con la del montacargas, en donde cada movimiento, cada gesto, están perfectamente sincronizados con la música, creando una danza visual que nos embriaga y nos lleva a un estado de contemplación y aprecio por las pequeñas cosas que hacen la vida verdaderamente hermosa.

Es casi irónico que, en una época donde el cine sonoro estaba tomando fuerza, Chaplin decidiera abrazar la esencia del cine mudo, demostrando que las palabras pueden ser superfluas cuando se tiene el poder de transmitir emociones a través de los gestos, las expresiones faciales y la música. En "Luces de la Ciudad", cada detalle, cada matiz, es una nota en una sinfonía visual que sigue resonando en nuestros corazones casi un siglo después.

En una era donde nos movemos a un ritmo vertiginoso, esta película nos invita a detenernos y apreciar la belleza de lo atemporal, lo universal. Una obra que nos hace redescubrir el verdadero poder del cine como vehículo para explorar la condición humana, en todas sus facetas, con una sensibilidad y una profundidad que raramente se encuentra en el cine moderno.

Al verla, podemos darnos cuenta de que algunas cosas trascienden el tiempo, que las emociones humanas siguen siendo tan complejas y ricas como siempre, y que, a pesar del avance tecnológico, aún existe un lugar para lo sencillo, para lo puro, para lo humano.

Nos enfrentamos a una obra maestra que no sólo nos hace apreciar las joyas del pasado, sino que también nos hace cuestionar el futuro del cine. Una película que, con su sencillez y profundidad, nos demuestra que aún tenemos mucho que aprender y descubrir, que la verdadera esencia del séptimo arte reside en su capacidad para tocarnos el alma, para hacernos sentir, para hacernos humanos.

Así, "Luces de la Ciudad" se convierte en un recordatorio de que la verdadera magia del cine no reside en la complejidad, sino en la capacidad de transmitir lo complejo a través de lo sencillo, de convertir lo cotidiano en extraordinario, de convertir lo humano en arte.
Licnobio
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow