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España España · Neverland
Voto de Dragondave:
9
Comedia. Romance Durante una visita a Roma, Ana, la joven princesa de un pequeño país centroeuropeo, trata de eludir el protocolo y las obligaciones que implica, escapándose de palacio para visitar la ciudad de incógnito. Así conoce a Joe, un periodista americano que busca una exclusiva y finge desconocer la identidad de la princesa. La pareja vivirá unas jornadas inolvidables recorriendo la ciudad. (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2008
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
... pero quieren ser como Audrey Hepburn.
Los vestidos largos y deslumbrantes están muy bien, sí, pero los protocolos, planificaciones, responsabilidades y la imposibilidad de hacer lo que a uno se le antoja ya no molan tanto.
¿Quién no ha soñado con escapar de la rutina, del nada ideal presente para embarcarse en una aventura improvisada hacia los sueños no realizados?
Ann, una princesa demasiado joven como para aceptar que su vida nunca será lo que desearía que fuese, se escapa de la embajada de su país en su estancia en Roma para contemplar la vida de la gente "normal", dar paseos anónimos por la calle, tomar algo en alguna terraza, en definitiva la mayoría de cosas que nosotros hacemos prácticamente de continuo sin valorarlas en absoluto.
De todos es sabio que deseamos aquello que no se tiene, y quizás Ann de no ser princesa se arrepentiría de tal deseo, pero esta no es la cuestión. La esencia es mantener vivos los sueños, sentir que dominamos nuestra vida, nuestras acciones, que no somos esclavos del trabajo, sino que el trabajo nos da para comer. Que no somos esclavos del tiempo, sino que el reloj lo llevamos nosotros en la muñeca.
Y ese es el sueño de la cenicienta Hepburn, que está deseando lanzar sus zapatos de tacón para correr descalza las calles de Roma.
Una gran pareja de actores como Audrey y Gregory, que destilan una química especial, nos lleva 24 horas por los sitios más emblemáticos de la ciudad romana, con una hermosa fotografía y una sencilla narración digna de un maestro como Wyler.
Y lo mejor de todo es que aparte de esas míticas escenas de la Vespa, el muro de los deseos, la boca de la verdad… lo mejor de todo es que su final supera a cualquier otra escena de la película. No sólo no defrauda y está a la altura, sino que sube con creces el nivel. Esa sinceridad mostrada con miradas, ese duro final de vuelta a la realidad… simplemente genial.

La pena es que las niñas de hoy en día llevan en sus bolsos y demás prendas imágenes de Audrey Hepburn, pero la gran mayoría no habrá visto una sola película suya.
Dragondave
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