Érase una vez un maestro cuentacuentos. Su nombre era Miyazaki y era famoso en todo Japón por sus fantasiosas historias de extravagantes e imaginarias criaturas...

Así podría empezar un bello cuento sobre este hombre, porque debería ser inmortalizada su vida en las páginas de un libro o el los fotogramas de una película, es mucho lo que nos ha regalado como para obviárselo.
Manteniéndose fiel a su dibujo artesanal, demuestra que las 2D pueden competir sin temor alguno a la era digital, y en muchos casos salir ganando.
Otra de las reivindicaciones no pronunciadas que hace esta película es proponer un "remake de calidad". La historia es una libre adaptación de "La sirenita", cuento mundialmente conocido gracias al clásico de la Disney. Pero te aseguro que viendo la película jamás tendrás en mente a la otra, es tan diferente en su realización que sólo conserva su base, la esencia principal.
Eso debiera ser siempre en un remake o adaptación, así que tomen tona señores de Hollywood con tanta secuela y refrito que tienen en preparación.
Centrándose en la película, es cierto que el guión en sencillo y la historia muy simple para lo que nos tiene acostumbrados el maestro, pero está contada e ilustrada con tanta belleza que ese aspecto pasa a un segundo plano.
Quizás por ello esta vez los más pequeños disfruten en mayor grado que los mayores, sin significar en absoluto que cualquier adulto no pueda disfrutarla plenamente sin sentir vergüenza, pero dado que la historia no requiere mucho esfuerzo y visualmente es muy imaginativa y muy espectacular, los chavales saldrán encantados. Y los adultos también.
De hecho si su visionado merece la pena es por esa orgía visual marina que Miyazaki ha creado. Una delicia.