Me ha entusiasmado. Si aún no le he cogido el punto a algunas películas de Dreyer, la verdad es que “Ordet” ha respondido con creces a las expectativas que tenía antes de su visionado. Reconozco que el mensaje puede resultar excesivamente sesudo e incluso pretencioso, sobre todo por el desconcertante final. De todos modos, no me imagino una manera más audaz y oportuna de hablar sobre el concepto de religión en sentido abstracto que “Ordet”. La película está rodada con austeridad formal. Sin embargo, hay un gran cuidado en el tratamiento de la luz, de la música y de los sosegados movimientos de cámara. El ritmo se antoja parsimonioso, a veces hasta cansino, los personajes están imbuidos en sus movimientos y comportamientos de una extraña contención, sin duda premeditada. Es como si en el universo de Dreyer todas las cosas pesasen el doble.

Sin embargo, la película me ha cautivado, poco a poco me he visto enredado en esa cadencia sigilosa en la que sin embargo no dejan de pasar cosas... Poco a poco, el argumento va centrándose en la trascendencia de la idea de la religión. La película aborda el tema de una manera casi silenciosa, mientras los personajes toman café. Sin embargo el interés del espectador se incrementa progresivamente, hipnotizado por lo que ve y oye. Al principio, se habla de la religión desde una perspectiva aparentemente trivial, al narrarnos los quebraderos de cabeza que un hermano medio chalado (explícito y oportuno paralelismo con Don Quijote) causa cotidianamente a su familia. Después, Dreyer aprovecha para lanzar una velada crítica a la beatería disfrazada de tradición en la Europa rural de principios de siglo XX. Con ello, se introduce el siempre controvertido tema del conflicto religión-iglesia-ciencia. Sin embargo, todo parece dejar de tener sentido cuando las desgracias del mundo real sacuden la vida de los personajes. El hombre es un ser escandalosamente pequeño. Y, sin embargo...

No es una película para todos los gustos. Y, desde luego, es mucho más audaz, tanto en forma como en contenido, de lo que aparentemente puede parecer. Entiendo que haya trascendido a su tiempo, y es que ha envejecido muy bien con el paso de los años.