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España España · Barcelona
Voto de rober:
7
Western. Drama Jay (Kodi Smit-McPhee) es un joven aristócrata escocés que, en pleno siglo XIX, llega al viejo Oeste americano para emprender un viaje que le permita reunirse con la mujer que ama. En el camino se cruza con un misterioso y tramposo forajido (Michael Fassbender), que se ofrece a acompañarle en su aventura. (FILMAFFINITY)
7 de enero de 2016
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Un neozelandés dirigiendo una película que va de un muchacho escocés que viaja por el lejano Oeste americano... Una manera peculiar de revisar el western... MacLean no sólo hace una opera prima simpática y entretenida, sino que demuestra ya un estilo visual propio, gracias a una fotografía portentosa y unos encuadres siempre acertados. Si hay que ponerle un pero, mencionaría las referencias continuas a los Coen en la manera de contar la historia y las influencias tarantinianas en las escenas de acción. Las extravagancias y excesos por parte de algunos personajes secundarios se antojan un recurso ya visto.

De todos modos, no me extraña que "Slow West" haya sido para muchos la sorpresa de la temporada. Una película aparentemente pequeñita (incluso en su duración), para degustarla despacio, que cuenta con un eficacísimo reclamo para la taquilla, nada menos que la presencia del siempre convincente Michael Fassbender. Frente a él, Kodi Smit-McPhee pone el contrapunto perfecto de muchacho "cara de acelga" e inocente, tanto que más parece bobalicón, incapaz de darse cuenta que es a la vez cebo y guía en una competición frenética de varios cazarrecompensas cuyo objetivo es, precisamete, cargarse a su amada. A la épica que de por sí encierra este género, MacLean añade la ilusión e ingenuidad de la búsqueda absurda pero decidida de un amor platónico. El personaje de Jay es un verdadero Quijote en la busca delirante de su Dulcinea, y el western es un género perfecto para relatar este viaje iniciático de final incierto. Por eso funciona este film, en mi opinión. Bueno, por eso y por un guión inteligente, lleno de frases medidas y situaciones sorprendentes.

Y, además, un final que en otras manos podría resultar plano y hasta previsible, nos deja aquí un poso que perdura gracias a que el director ha sabido darle las dosis justas de emotividad e ironía.
rober
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