Viendo la velocidad con la que la taquilla tritura películas tan variopintas cada semana, parece difícil para un productor de cine dar muchas veces en la diana del éxito. Pero si ha habido alguien bastante infalible en los últimos 25 años, ése es Jerry Bruckheimer, responsable de sagas tan rentables como Superdetective en Hollywood, Transformers, Piratas del Caribe o la televisiva CSI. Un verdadero lince para adivinar los gustos del espectador aunque también tenga sus monstruos en el armario: El Rey Arturo, Pearl Harbor o la reciente Prince of Persia.

En su nueva propuesta fílmica, Bruckheimer ha contado con aliados fiables como Nicolas Cage -en su enésima colaboración tras La Roca, Con Air o La búsqueda- o John Turteltaub -director de esa última franquicia-, para ofrecernos una historia para toda la familia sobre magia y hechiceros, con todo el aroma Disney y todo lo bueno y malo que ello comporta.

Sin embargo, a pesar de eso y del reparo con el que uno recuerda Prince of Persia -o que repita Alfred Molina-, hay que reconocer que El aprendiz de brujo resulta al final un film digno y simpático, con una entretenida trama que mezcla brujería, magos, física, romances adolescentes o unos notables f/x, aliñados con el espíritu de films ochenteros de aventuras y fantasía como La historia interminable o Golpe en la Pequeña China. Si después no ha triunfado en taquilla ya es otro cantar, quizá más debido a su excesiva inocencia -vivimos tiempos más cínicos- o a la competencia de otras películas estivales- Origen, Los mercenarios, El equipo A- que por deméritos propios, como sí le ocurría a la inenarrable cinta de Mike Newell.

Y es que el film cuenta, además, con la indispensable subtrama de maestro-alumno estilo Karate Kid, o saludables guiños cinéfilos a Star Wars, King-Kong, o clásicos de la Disney como Merlín el Encantador o el episodio de Fantasía (1940) protagonizado por Mickey Mouse. Llamado -no por casualidad- igual que este film, y en el que Mickey trataba de limpiar su laboratorio con cientos de mochos animados -uno de los cuales, por lo visto, hizo carrera luego y se recicló como pelo de Nicolas Cage-. En el capítulo negativo, reseñar la irritante presencia de Jay Baruchel, el aprendiz de brujo del título y que a sus 28 años deviene poco creíble como un joven de apenas 20, convirtiéndose en un error de cásting similar al del ciclado Jake Gyllenhaal de Prince of Persia. Cosa extraña en un productor que, si de algo puede presumir también, es de buen ojo para descubrir gente como Tom Cruise, Eddie Murphy, Will Smith o Megan Fox.