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Irlanda Irlanda · Dublin
Voto de daci:
7
Terror. Drama Owen es un niño triste (Kodi Smit-McPhee), maltratado por sus compañeros de clase y abandonado por sus padres divorciados; sin embargo, algo cambiará en su solitaria vida cuando conozca a Abby (Chloe Moretz), una nueva y misteriosa vecina, que vive con su silencioso padre (Richard Jenkins), y con quien entablará una particular amistad. Remake norteamericano de la celebrada película sueca "Déjame entrar" ("Let The Right One In"). (FILMAFFINITY) [+]
25 de octubre de 2010
28 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fueron muchas las voces integristas que se alzaron ante el futuro remake USA de Déjame entrar, el film sueco de 2008 que a poco de estrenarse ya era considerado un título de culto en medio mundo. Que si los yanquis iban a fastidiarla otra vez, que dos años no son nada, que será otro churro, que si me cago en ese Matt Reeves y en todo lo que se menea, etc. Puede que hasta a mí no me pareciera buena idea, pensando en lo mal que se le suele dar a Hollywood versionear películas europeas: Diabólicas, Vanilla Sky, Quarantine, etc. Sin embargo, el hecho de que ésta en particular fuera de Matt Reeves -autor de la interesante Cloverfield-, así como el respeto y la humildad con la que encaraba el proyecto desde un principio, le concedían al menos el beneficio de la duda. Pues bien, una vez pasado todo el jaleo y vistas por fin ambas versiones, hay que quitarse el sombrero ante Reeves y reconocer sin complejos que su Déjame entrar resulta un remake a la altura del original, por no decir superior en bastantes aspectos.
En efecto, la sobriedad y el minimalismo de Tomas Alfredson le otorgaban una atmósfera especial a su versión de la novela de Lindqvist, pero a veces daba la impresión de que eran consecuencia más de su escaso presupuesto que a una opción artística predefinida. En la nueva Déjame entrar, por una vez los dólares parecen invertidos con cabeza y en beneficio de la historia, aportando una relectura más comercial pero sin traicionar su hipnótico espíritu. La película de Reeves, iniciada con un sugestivo flash-back, nos ofrece un guión más fluido y lleno de matices que el de la cinta sueca -un poco lenta al final y demasiado sintética-, y en el que siguen estando presentes los temas principales de la trama: el aislamiento y las dudas adolescentes, el primer amor, el acoso escolar, el bien y el mal que habita en todos nosotros, etc. La puesta en escena del realizador de Monstruoso así mismo, también resulta imaginativa y sugerente, gracias a un montaje efectivo y a sus continuas referencias hitchcockianas, que harán las delicias de más de un cinéfilo.
Pero donde sale definitivamente ganando esta versión es en el reparto, confeccionado por su director con verdadero ojo clínico. Los dos niños actores son muy superiores a los del largometraje sueco, tanto una Chlöe Moretz superlativa -que con sólo 12 años tiene la mirada de un adulto experimentado-, como Kodi Smit-Mcphee, que ya demostró su talento en The Road y cuyo único hándicap es su nombre raro raro raro. Si a eso añadimos secundarios de la talla de Richard Jenkins -últimamente omnipresente- o el canadiense Elias Koteas, tan mimético a Robert De Niro que ya le acreditan hasta cuando no sale -Shutter Island-, el resultado habla por sí solo.
En definitiva, una película muy disfrutable y que deja el listón alto de cara a futuros remakes norteamericanos; demostrando por una vez que en Hollywood saben hacer bien las cosas cuando quieren… o cuando se las encargan a la gente apropiada.
daci
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