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España España · Madrid
Voto de Luth:
8
Intriga. Drama. Cine negro Al doctor Leo Whiset, famoso psicólogo, lo halla agonizante su sirvienta; unos instantes después, muere pronunciando frases sin sentido. La policía cree que se trata de un suicidio y el caso se cierra. El periodista de televisión Alex Stedman (Stephen Boyd) paciente de Whiset, recibe la visita de Katie (Pamela Franklin), la hija de catorce años del psicólogo, la cual está absolutamente convencida de que su padre no se suicidó, sino que ... [+]
31 de julio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
The third secret, El tercer secreto, estupenda película británica de Charles Crichton de 1964.
Película de secretos, frases escritas en muros y mucha psicología.
La narración de Crichton es adecuada en todo momento, sin artificios ni excesos. Es reconfortante que en una película que está pidiendo a gritos primeros planos y escenas de tensión, el director responsable de algunas series míticas de televisión como Espacio 1999, Los vengadores o El regreso del Santo, entre otras, aguanta perfectamente la "tentación" y nos permite seguir la turbulenta historia que narra sin sobresaltos, centrándose en los certeros diálogos de los personajes, el desarrollo ordenado de la trama y una fotografía bellísima en blanco y negro.

Sería imperdonable hacer spoilers de esta película. Obviamente, yo no lo haré.
Tan solo es permisible hablar de los supuestos dos primeros secretos y centrarse en ver la película hasta el final para conocer el tercero. En realidad hay una doble respuesta a este misterio porque se trata no solo de averiguar cuál es dicho tercer secreto sino también describir su naturaleza semántica. Ambas cosas son importantes.
Pero seré generoso y ni siquiera describiré en qué consisten los dos primeros. Así, quien no conozca la película, tendrá un valor añadido a su curiosidad.

Stephen Boyd, el eterno Messala del Ben-Hur de William Wyler (1959) y conocido también por otras películas de agradable recuerdo como Viaje alucinante (Richard Flesicher, 1966) o La caída del Imperio Romano (Anthony Mann, 1964) entre otras, tiene aquí un papel que es todo un caramelo para cualquier actor, el del periodista televisivo Alex Stedman, al que Boyd da vida con esmero y respeto por el personaje. En mi modesta opinión, es su mejor papel, al menos de las películas que he visto de Boyd.

En el argumento es evidente que el supuesto suicidio del psiquiatra no es tal y que ha sido asesinado. No estoy descubriendo nada que ningún espectador no deduzca de inmediato. De ser un suicidio, sencillamente no tendría sentido hacer una película. Es simple.
Se trata, por tanto, de averiguar quién o quiénes son los asesinos, no al estilo de las películas de Agatha Christie o Sherlock Holmes donde siempre jugamos a adivinar, jugando (insisto), los dos factores clave: quién es el autor escondido y el móvil del crimen, sino la personalidad completa de cada uno de los personajes principales de la película que son a cada cual más confusos y opacos por más que hablen y vayan descubriendo los tres secretos.

Aparte de Alex, el otro gran personaje es por supuesto la niña, Katie, interpretada por Pamela Franklin. Niña, madura muy por encima de sus posibilidades que genera una cierta incomodidad al espectador con su doble relación con Stedman que se convierte en el padre que ella ha perdido (él también perdió a una hija) y al mismo tiempo una especie de pareja sentimental contra natura.

Es la niña quien convence a Alex de que su padre fue asesinado y tendrá que investigar detectivescamente a los pacientes del doctor Leo Whiset, todos naturalmente enfermos psíquicos, para averiguar posibles razones y culpables. Eso deviene en una investigación áspera pero fascinante para el espectador, mezclada en el relato con el resto de personajes que poco ayudan y más bien estorban o despistan, complicando todavía más la hiriente búsqueda, como el tío de Katie o la propia policía que cierra el caso desde el primer momento aceptando sin más el suicidio.

Muy recomendable.
Luth
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