Nick Nolte nos regala para mí una de sus mejores interpretaciones, y da vida a un personaje que lleva sobre sus espaldas el peso de unos años llenos de miedo y opresión. Unos miedos formados a base de discusiones y palizas propiciadas por un padre agresivo y alcohólico.
Estos años hacen que este niño se transforme poco a poco en un hombre con un temperamento especial. Un hombre que se niega a seguir los pasos de su padre, pero que en su interior guarda una fiera que salta en cuanto se ejerce un poco de presión en él.
Paul Schrader nos presenta una historia dura y fuerte. Una historia que mezcla el drama con el misterio. Un drama gracias a esos problemas familiares que inundan a los personajes. Y el misterio debido a la muerte de una persona que supuestamente esconde más de lo que se ve. Todos estos sentimientos y hechos sobresalen irremediablemente en un pueblo que aunque esté inundado de nieve, no es capaz de ocultar la verdad de cada habitante.
Junto al nombrado Nick Nolte, se encuentra un James Coburn soberbio que le valió el Oscar por la magistral interpretación del padre posesivo. Con ellos, una maravillosa Sissy Spacek como siempre, que está enamorada de ese hombre que ha sufrido por su padre, y que le comprende, pero que cuando alguien mantiene una relación con una persona así, lógicamente no puedes quedar al margen de la familia y su pasado. Por último, Willem Dafoe. Él es el encargado de dar vida al otro hermano, y nos aporta el punto de cordura en esta historia donde todo puede arder y destruirse en un solo segundo.
En fin, gran película que cuenta con una fantástica historia y unas grandes interpretaciones. Además, debo decir que la escena de la muela de Nick Nolte sigue impactándome cada vez que la veo. Sin lugar a dudas es una de las escenas más realistas que he visto.