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España España · Madrid
Voto de Alberto:
6
Fantástico. Aventuras. Drama Adaptación de un cuento para niños de Maurice Sendak. Cuando Max, un niño desobediente, es enviado a la cama sin cenar, se zambulle en un mundo imaginario creado por él y que está poblado por feroces criaturas que le obedecen ciegamente. (FILMAFFINITY)
24 de diciembre de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente esta historia podría servir como pequeño ejemplo de respuesta a frases, que algunos adultos pueden hacer a sus hijas, hijos o incluso a su alumnado, y que pueden ser tales como: ¿Ya estás otra vez en tu mundo? ¿En qué estás pensando? ¿Qué estás haciendo?

Y lo que está haciendo, como en el caso de Max, es vivir en un mundo paralelo, en una isla con monstruos como únicos habitantes y en donde él es coronado Rey y centro de ese mundo.
Pero no por ser infantil se podría pensar en un mundo simplón de piruleta y algodón, donde los problemas no existen, sino más bien todo lo contrario.

La película de Spike Jonze resulta muy interesante por la forma de tratar un tema recurrente y nada novedoso, pero que sirviéndose de la historia de Maurice Sendak desarrolla el complejo mundo de Max. Un mundo en la que a modo de metáfora se nos plantean cuestiones como: la necesidad de seguridad y protección; la utilización de la violencia como mecanismo de respuesta a estados emocionales o el reto de descifrar códigos y comportamientos ininteligibles.

Se agradece la economía narrativa utilizada tanto al principio como al final del film para retratar de forma ágil la vida real y el difícil entorno familiar de Max. En este sentido resulta más que creíble la interpretación de Catherine Keener, en el breve pero intenso papel de madre que dota a la historia de gran fuerza y verosimilitud.

La parte central de la historia, la isla de los monstruos, fue rodada en Australia, en paisajes naturales, sugerentes e inhóspitos, recreando un mundo hermético y claustrofóbico. Sin embargo esta parte no termina de funcionar ya que da la impresión de que este mundo en realidad creado por el niño, preexiste con anterioridad a su llegada y genera una serie de códigos y relaciones sutiles entre cada uno de ellos que tanto por su complejidad como por no estar resueltas narrativamente con claridad, producen una cierta confusión y distancia entre el espectador y la historia que se pretende contar.

A pesar de ello la historia de Max conserva mucha fuerza y llega a emocionar este niño al borde del kaos emocional, pero que como él mismo dice, es una situación que no ha provocado.
Alberto
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