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España España · Madrid
Voto de Alberto:
4
Drama Un matrimonio con tres hijos vive en una mansión en las afueras de una ciudad. Los chicos, que nunca han salido de casa, son educados según los métodos que sus padres juzgan más apropiados y sin recibir ninguna influencia del exterior. Creen que los aviones son juguetes o que el mar es un tipo de silla forrada de cuero. La única persona que puede entrar en la casa es Christine, guardia de seguridad en la fábrica del padre. (FILMAFFINITY) [+]
5 de enero de 2012
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las primeras reflexiones que me surgió al salir del cine fue el pensar cuánto se aburren los críticos cinematográficos. Por otra parte no es de extrañar, el panorama no está como para tirar cohetes y el hecho de ver algo ligeramente diferente entre tanta mediocridad y nadería ya es algo. En bastantes críticas, a Giorgos Lanthimos le han comparado con: Buñuel, Pasolini, Ripstein, Linch, Haneke, o el movimiento Dogma. A mi sinceramente me parece excesivo y honestamente pienso que más allá del valor del intento está el resultado final.

Como lado positivo, la película tiene algunos aspectos atractivos, como por ejemplo la idea, aunque no original, de un paraíso terrenal lleno de luz, color, vegetación... y aderezado con una música en armonía con el paisaje. Todos estos elementos (muy bien ambientados en la película) a su vez son muy descriptivos de un mundo claustrofóbico y opresivo movido desde el poder la mentira, la violencia... El tema de la película que parece más desarrollado y a la vez turbador, es el significado que en este mundo feliz se le da a la sexualidad y cómo la desarrollan algunos de los personajes, consiguiendo por momentos algo de intensidad. Por otro lado el final planteado me parece muy acertado y sugerente.

Sin embargo, tan exagerado sería decir que el relato se agota en el trailer, como que la historia da de sí para una narración de 93 minutos. Una cosa es hacer una película sobria, minimalista, con un lenguaje cinematográfico despojado de artificios y que va a lo esencial; y otra es que se deba renunciar y dehauciar a los personajes y a la propia historia, vendidos a unos códigos (tanto de léxico como de conductas) que se agotan en sí mismos a la media hora de metraje. El resto es un ir y venir sobre una misma idea que desde mi punto de vista no tiene intensidad dramática (salvo alguna excepción comentada). Y esto no quiere decir que en la historia no evolucione, porque uno de los personajes sí lo hace y toma una decisión, pero no se da ni el espacio ni el tiempo necesario para explicarlo.

Samuel Beckett tenía los caninos muy desarrollados y consiguió desde la sobriedad y el minimalismo crear historias donde la palabra es desterrada y la fuerza de la imagen adquiere gran expresividad e intensidad dramática. Creo que Lanthimos, que parte de unas premisas muy marcadas por el genio dublinés, más que caninos tiene todavía dientes de leche y tendrá que esperar la visita del Ratoncito Pérez. Pero seguro quizás con el tiempo le saldrán los molares.
Alberto
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