Ted 2 parece ser la continuación natural de una primera entrega que mantenía el mismo tono, la misma sintonía. Sin embargo, allí donde la original se atrevía a dar sus primeros simpáticos pasitos, en esta segunda entrega vemos como todo ya ha adquirido un molde específico. Ted a crecido como peli, y esas dos horas de duración indican que Macfarlane tenía un par de cosas más para decir.

La peli se divide en tres partes bien marcadas: 1. Ted se casa; 2. Ted va a juicio; 3. Ted se enfrenta a sus antiguos "miedos".
La primera y la segunda parte conforman lo nuevo que Ted tiene para ofrecer, mientras que la tercera parte se me antojó completamente irrelevante. Sucede lo mismo, tanto la amenaza como su resolución final.

Los derechos civiles de ese osito son la verdadera columna vertebral de la peli: ¿ser humano o propiedad? El planteo es interesante, pero tomado a vuelo de pájaro. El juicio resulta escueto, demasiado apoyado en los gags (magníficamente realizados en toda la peli) y con poca verdadera reflexión hacia la condición de Ted.

Dicha condición finaliza con una ya conocida bajada de linea moral, algo que en Ted siempre chirría: su espíritu rebelde trata de ser matizado constantemente con una postura políticamente correcta. Lo bueno es que nunca se antoja hipócrita, porque es su trangresión lo que huele más natural y fresco. No su impostada, y comercialmente obligada, moralidad.