No se asusten. Sí, sus padres veneraban al famoso actor, de ahí su confundible nombre. En realidad McQueen no es un advenedizo en esto, lleva una larga trayectoria en diversas artes.
McQueen no debió vivir esas fiestas caseras, tendría apenas diez años, ya que no refleja lo que imperaba en Londres a finales de la década de los 70: el Ska con grupos de formaciones multiculturales de raíz musical marcadamente caribeña y auténticos seguidores rude boys jamaicanos que poco tienen que ver con los asistentes a esta fiesta.
El desarrollo de Lovers Rock contiene todas las fases de un fiestón: echar el ojo al más guapo o guapa, escarceos, ligoteos, tanteo, baile agarrado, besos y sobeteo, desfase o desparrame de los sin pareja y choque con la cruda realidad cuando la fiesta acaba.
En todo el episodio hay algo obsesivo con la música y el baile que le hace parecer un video musical interminable o desde otro punto de vista un documental musical alternativo o experimental sobre los Sound System venidos de Jamaica, el dub y el blue beat.
Durante 45 minutos se ve con deleite este guateque, no obstante el uso repetitivo y obseso de cámara lenta entre la pista de baile le hace sobrarle unos cuantos minutos.
Lo que no sobraba y además no te lo perdono Steve, son los créditos musicales que no aparecen al término. Te odio McQeen.