Como bien se apunta por aquí, el ritmo de la pélicula es tal que no puedes recrearte en las hilarantes situaciones en las que constantemente nos tiene sumergidos el genial Billy Wilder de la mano de un estratosférico James Cagney. No se quién se llevó el Oscar a la mejor interpretación masculina ese año, pero hay que revisarlo.
Tiene un tempo cómico excelso, de tan bueno es casi agotador; no permite el relajo del espectador ni por un minuto. A cuenta de un pobre hombre que a la vez es el delegado de Coca-Cola en Berlín Occidental la historia nos pasea por ese momento histórico tan curioso y al tiempo decisivo de la Guerra Fría.
No es de 10 en mi modesta opinión porque la comicidad de la película es muy superior al retrato que hace del momento y lugar, tratados en algún momento puerilmente. De todos modos es gozosa, hilarante, divertida y trepidante, casi nada al aparato para una película que tiene la friolera de 56 años.
Muy recomendable, si el blanco y negro y los años transcurridos no son barreras insuperables para ti.
Nota: 8,35.