Recomendada encarecidamente, con una legión de adeptos digna del señor Fincher - "El club de la lucha", "Seven", "La red social"- llego a esta película sobre el mundo del ballet con la mejor de las predisposiciones. Aranofsky está inserto en el selecto club de los gurús herederos de David Lynch, alguna vez para bien pero otras muchas para mal.
Pronto me veo atrapado en una filmación opresiva en lo tenebroso, y con el dilema si aceptar o no la repulsión que me producen sus protagonistas, todos ellos: desde la frígida y espartana en su sacrificio vital Portman, pasando por el déspota morboso del jefe del tinglado Cassel -qué a gusto está haciendo de sádico/maléfico-, la madre asceta que vive a través del sacrificio de la hija Hershey, y terminando por la rebelde y liberada compañera de fatigas con tutú Kunis.
Es una buena película en stricto sensu, y eso no es cosa baladí: interpretaciones notables y dirección con pulso y personal, son de agradecer. Pero a mi lo que le sucede a esta infeliz espartana del talco me deja frío como las comidas que ingiere. La maldad añadida a la inmoralidad, el morbo en el ensañamiento desde las posiciones de poder -laboral, familiar, siquiera afectiva-, en un contexto tan asfixiante me han producido rechazo, aunque logre su objetivo. En un ambiente carcelario o dictatorial se puede comprender, pero en uno artístico deja poco espacio a la comprensión o a la empatía.
Es corta en su duración y parece fiel al tinglado general que muestra -el del mundo de la danza al mayor nivel-, pero insisto, lo que de repulsivo aparece en todos y cada uno de sus principales protagonistas, me deja frío y poco dispuesto a ser seducido con las visicitudes de todos ellos.
Aranofsky es brillante, pero al pretender serlo siempre deja de serlo.
Gracias a la señorita Señorita por recomendarla. Danke schoen.