Según hemos aprendido en las últimas decadas de cine de terror norteamericano la América Profunda está llena de asesinos, psicópatas, aberraciones disfrazadas de gasolineros, dueños de motel, policias, etc... Y mientras haya gente que se pierde durante un trayecto de coche y vaya a parar a esos lugares habrá carne para un corre-que-te-pillo donde la originalidad cae en saco roto y películas donde casi siempre sólo la destreza y el buen hacer del realizador podran salvar.
Nueva versión del subgénero "podíamos-ir-por-autopista-pero-creo-que-acortamos-por-aquí" como sucedía en "Dead end" por ejemplo y con variaciones en "Las colinas tienen ojos" o en la propia "Matanza de Texas", la que nos ocupa es un nuevo acercamiento al terror más ligado a las páginas de sucesos de los diarios que a leyendas e historias paranormales. Esta sección del mundo del terror ha tenido mejores tiempos y el hecho de que los dos protagonistas sean actores de alto nivel hollywoodiense y solo dos decanta claramente el guión hacía un terror más basado en lo asfixiante o lo claustrofóbico con algún susto en detrimento del gore, del destripamiento más dificil todavía. No anda Antal sobrado de cualidades para conseguir meternos el miedo en el cuerpo y solo en su tramo final insufla algo de vida noble a su por otra parte simplemente correcto ejercicio. Los asesinos son bastante torpes, lo cual es otro subgenero, la atmósfera cerrada en el motel y la gasolinera y casi todo el tiempo de noche. Lo que nos deja un film medianamente entretenido, sin miga intelectual, pasto de un rápido olvido.