He estado tentadísimo de ponerle una sola estrella, pero venga, al final he decidido ponerle dos porque técnicamente tiene buenos aspectos. Aunque no es de eso de lo que hablaré.

Esta película está increíblemente sobrevalorada, quizás porque tiene una narrativa que engancha muy fuerte en el hombre blanco de izquierdas. Pero al final la historia del protagonista es la del creído más inútil que he visto nunca: un pequeñoburgués (aunque je, casi podría decirse burgués a secas por lo que se ve) blanco que desencantado con la horriblemente superficial sociedad se aleja de ella. El análisis de sociedad superficial me hace especial gracia porque, sin darse cuenta, es un análisis terriblemente superficial y simplista, pero sigamos.

La ideología que plasma esta película no es más que una rama especialmente insidiosa del capitalismo: individualismo asfixiante. El protagonista va por ahí solo mientras arregla (él solito) la vida de los demás con filosofía barata, porque claro, todos sabemos que la vida cambia simplemente mirándolo todo desde otra perspectiva. ¿Condiciones materiales? ¿Qué es eso? La historia no es más que idealismo capitalista barato, disfrazado de underground con una habilidad paúperrima pero suficiente para engañar a los que, como McCandless, buscan escapar del sistema sin darse cuenta de que lo tienen metido hasta el tuétano.

Hirsch simplemente encarna a un hombre que es un producto desencantado del capitalismo, pero producto del capitalismo al fin y al cabo. Sin analizar bien ese terrible consumismo que tanto denosta (y que, a la vez y por fuerza, es lo que da dinero a su familia y le ha permitido vivir una vida que muchos sueñan con tocar) decide simplemente dejarlo todo atrás en una huida hacia delante producto de una inmensa cobardía mezclada con una dosis desagradablemente alta de egolatría.

El único motivo por el que el imbécil del protagonista romantiza tanto la vida alejada de las terribles comodidades es que no tiene ni puñetera idea de lo que es ser pobre, de lo que es ducharte con agua fría por imposición y no por elección, de lo que es depender de que los demás te den comida para sobrevivir, de lo que es que te corten la luz por imago, de lo que es resignarte a andar decenas de kilómetros porque no puedes permitirte el autobús. Y aún peor: de lo que es no poder salir de eso. Porque él, aunque fuera inconscientemente, sabía que podría arrepentirse, volver atrás y ser una vez más un niño de papá. Muchos otros no tienen esa suerte, y si se hubieran encontrado con alguien así no le habrían agradecido que les abriera los ojos, no: le habrían escupido en la cara.

En definitiva, una BSO bonita, unas tomas preciosas, y un protagonista tan superficial e inútil como la sociedad que pretende denunciar, con una historia tan capitalista como el sistema que quiere criticar. Esta película es la misma historia que se ha vista decenas de veces, y los defensores de esto que ha acabado convirtindiéndose en un cliché en sí mismo pueden negarlo, pero la verdad es que sigue tan aburrida como la primera vez que se contó, pero se ha vuelto mil veces más insoportable.