La primera vez que vi esta película me gustó bastante. Yo creo que fue debido a que me gustó la temática que afrontaba, y que en esos tiempos no era frecuente que se presentara en las pantallas, a no ser que fueran dramas en los que siempre se incluía algo de moralina, esa moral superficial y falsa. La segunda vez que la veo me centro más en los aspectos cinematográficos y ya empecé a encontrar algunos fallos de guión, que no creo tan bueno como para un Oscar. La interpretación sólo la veo aceptable, correcta en casi todos los actores menos en el que lleva el peso fundamental de la trama, Gordon Warnecke en el papel de Omar, que resulta en muchas de sus actitudes increíble, muy especialmente en su relación con la familia. Después me pierdo, por falta de un desarrollo correcto, en los sentimientos familiares y racistas. Están apuntados, se cuales son los míos, pero cuando intento descubrir los que transmite el director para contrastar, veo mucha superficialidad y poca concreción. De los personajes que intervienen se podría haber considerado menos alguno de ellos, como amantes, algún familiar y otros, en beneficio de la profundización de las causas del alcoholismo paterno y la marginación de Johnny, bien interpretada por un joven Daniel Day-Lewis. La fotografía no destaca por ningún aspecto y no arriesga nada en las luces, cosa que podría haberse aprovechado en el interior de la lavandería. Y la música está muy poco elaborada y apenas entra en los orígenes paquistaníes de la mayoría de los personajes. Con todo, la veo una vez más, para tener más claro lo que quiero escribir sobre esta película y sin duda me reafirmo en lo dicho. A pesar de todo creo que es de obligada visión para cualquiera que le interese la temática homosexual.