La reciente política de Disney de resucitar todos sus clásicos y darles un barniz de CGI está resultando en un rotundo éxito de taquilla y en una auténtica carnicería a nivel de crítica.

Bien es cierto que la duda moral de tirar de remakes está destrozando toda una década decadente plagada de "Reboots", "Remakes" o refritos. Pero también es cierto, que aunque pocas, existen excepciones que justifican un remake y EL Rey León si justifica su remake.

Para los que pasamos ya la treintena, es muy difícil percibir con la perspectiva y experiencia que da el tiempo, la diferencia entre animación "a mano" clásica y la animación a base de ordenadores y captura de movimientos. Pero las nuevas generaciones aborrecen los dibujos clásicos y prefieren productos made in Pixar.

No seré yo el que critique la animación clásica, pues El Rey León de 1994 es una obra redonda, un clásico imperecedero y, aunque éste Rey León 2.0 pueda parecer una mera copia. Es digno mencionar la increíble belleza de sus imágenes, de la plasticidad y naturalidad de las expresiones y por supuesto, gozar de nuevo en un cine de una historia conmovedora y de una banda sonora increíble.

EL Rey León de Jon Favreau es imposible que sea una mala película o que no merezca ir al cine a verla: es un espectáculo para los ojos y es imposible no rendirse ante ese Timón y Pumba tan bien "rehechos".

En definitiva: película de obligada revisión con una realización espectacular a la que lo único que se le puede achacar un poco es que no cuenta nada nuevo y que la canción de Scar está acortada. Por lo demás: luces, cámaras y... ¡Hakuna Mata!

....que le den a tanto crítico vinagre que solo vive de criticar por criticar.