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Voto de Scott Carey:
4
Acción. Intriga. Comedia. Aventuras En todo el mundo se están produciendo llamativas noticias: un escándalo acaba con un potentado del algodón de la India, un comerciante de opio chino fallece de una aparente sobredosis, estallan bombas en Estrasburgo y Viena, fallece un magnate del acero estadounidense... Nadie ve ninguna conexión entre estos acontecimientos aparentemente aleatorios, excepto el famoso detective Sherlock Holmes (Robert Downey Jr.), que ha adivinado una ... [+]
10 de enero de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda entrega del famoso personaje de Sir Arthur Conan Doyle en su versión de héroe de acción. “Sherlock Holmes: Juego de sombras” no es más que una anunciada continuación de la primera película dirigida por Guy Ritchie en la que no se aprecian diferencias significativas respecto a su predecesora. El argumento es similar y la evolución de los personajes, inexistente. Tanto es así que se podrían intercambiar los dos films (incluido el título, por qué no decirlo) y no pasaría absolutamente nada.

Y si la primera entrega aún podía jugar la baza del elemento sorpresa, esta segunda se muestra menos original, repitiendo esquemas, situaciones y gags. Todo al servicio de la acción más trepidante en perjuicio de las dotes más intelectuales que caracterizan al detective en su versión literaria. Es esta perversión del personaje lo más llamativo del Sherlock Holmes de Guy Ritchie. El director inglés ha transformado sus habilidades deductivas (que siempre aparecen a una velocidad tan alta que impide deleitarse en ellas) en pura testosterona. De esta manera, Holmes no resuelve sus conflictos estrujándose el cerebro sino que lo hace gracias a un amplio surtido de golpes, puñetazos y patadas que serían la envidia del mismísimo Chuck Norris.

Aun así, hay que reconocer que la película es visualmente interesante. Barroca y excesiva en algunos tramos, pero con una factura impecable en ese aspecto. Lástima que el guión no esté a la altura y que un personaje tan peculiar y carismático acabe vulgarizado después de ser sometido a esta especie de tuneo para hacerlo más digerible al público adolescente.
Scott Carey
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