Esta especie de justiciero de la ciudad patrio es una maravilla en tanto en cuanto sabe trasladar todo lo icónico que hay en el imaginario de los justicieros a nuestra cultura, a nuestra manera de ser, a nuestros personajes y espacios comunes. Donde en las películas de Charles Bronson había pandilleros sobreexcitados aquí hay personas reales del extrarradio, delincuentes creíbles, héroes creíbles, personajes creíbles todos. La película me ha encantado con todos sus errores (hay escenas prescindibles) pero tiene un empaque y una solidez poco habituales en el cine actual. Es una película para entretener, no olvidemos eso. El mensaje de la película es algo tan simple como el “ojo por ojo”. Y a pesar de lo evidente de todas sus propuestas, funciona como un reloj perfectamente engrasado. La dirección de Raul Arevalo es sobria, pero magnifica (la escena del sótano del gimnasio solo puede rodarla alguien que ya es un gran director), los actores están absolutamente creíbles, todos, hasta el último de los secundarios. Todo funciona perfectamente. Y, además... es de lo mas entretenida. ¿Qué más se puede pedir? Una película áspera, realista y funcional. Una rareza que tira como un Ferrari. Totalmente recomendable.