No tengo demasiado claro si esta versión de "Mulán" con personajes reales, me ha gustado o no. Debería tener el concepto claro: algo gusta o no, así de primeras, sin tener que reconsiderar las cosas. Puedes analizar a posteriori si te parece una buena película o no. Pero el hecho de que algo te guste es un sentimiento "físico", como el amor, es entendible desde la lógica. Y después de todo este rollo que acabo de soltar, sigo sin saber si "Mulán" me ha gustado o no. Ojalá me hubiese encantado por muchos motivos que van desde que amo el cine hasta que deseaba que me hubiese encantado por la persona que tenía sentada a mi lado mientras la veíamos, pasando porque el cine "asiático" me encanta. Pero resulta que algo falla en "Mulán", alguna pieza está fuera de lugar y no consigo adivinar cuál. En la boca aún tengo ese sentimiento agridulce de quien acaba de saborear un sabroso solomillo de ternera pero le queda cierto regusto en la boca que es imposible de identificar y estropea el conjunto.

Intentaré analizarlo de la forma más aséptica posible, colocándome unos guantes de cirujano y cogiendo el bisturí con la habilidad de la que carezco.

"Mulán" no es una mala película, es entretenida y tiene momentos realmente espectaculares. Los intérpretes están bien (aunque con tal plantel es difícil errar el tiro), la música de Harry Gregson-Williams es funcional, el diseño de producción es poderoso y los efectos digitales apoyan la función con funcionalidad (valga la redundancia). Técnicamente es irreprochable.

Así pues vayamos ahora a lo emocional. El guion, que no es más que la historia que pretenden contarnos, funciona bien, cae en todos los tópicos posibles sobre las desigualdades, el honor, etc. No hay nada nuevo en la historia pero tampoco nada malo. Las piezas encajan y la historia agrada tanto a niños como a adultos.

Y ahí encontramos el primer problema: "Mulán" pretende emocionar y no lo consigue. Es más, se queda a años luz de la emoción que pretende transmitir. ¿Será esa la piedra en el zapato que no logro encontrar?

Pues va a ser que sí.

Porque "Mulán" es un producto tan funcional como impersonal. En ningún momento ha conseguido transmitirme la menor emoción, como si lo que estaba viendo lo hubiese visto antes cientos de veces y ya no consiguiese sorprenderme. ¿Gustará a niños y a jóvenes? ¡Por supuesto! Les encantará, incluso a muchos adultos que fueron esos mismos niños cuando la versión animada de "Mulán" llegó a sus vidas. Pero ahí acaba la sorpresa porque "Mulán" carece del alma que toda película (sea de animación o no) debería tener. Tan preocupados estaban por ser fieles a la película original o por contentar al espectador que se han olvidado de lo más importante: la emoción nace de la sorpresa. Y nada en "Mulán" es emocionante ni sorprendente.