El principal problema de una propuesta tan simpática como esta es su historia: algo demasiado insignificante para ser convertido en película. Como consecuencia de eso, algunos personajes están exagerados para que el conflicto forme parte de la historia en vez de ser la historia. Por decirlo de otra manera: la historia es pobre y tira del costumbrismo para hacerla más llevadera. En realidad parece un homenaje a ciertos pueblos y costumbres valencianas que una ficción cinematográfica. Como una especie de Berlanga desdibujado y pobre. Su estructura de western funciona a medias gracias al paisaje donde se enmarca, pero sabemos que todo buen western que se precie ha de contar una buena historia y “Quatretondeta” no tiene esa gran historia. Es más, la película deambula sin rumbo durante gran parte del metraje, con secundarios fuera de lugar y sin darle al espectador las pistas necesarias para tener claro adónde va la historia. En realidad, la historia está tan desdibujada que al final el espectador pierde el interés por saber cómo acabará y esa (pretendida) sorpresa final se queda en nada porque queremos que acabe la película, independientemente de cómo acabe. En cuanto a los actores, Laia Marull está excelente. Sorprendentemente, ese monstruo que es Pepe Sacristán, haciendo de Sacristán, está igual de perdido que su personaje. ¿Error de casting? No, más bien error de concepto: Sacristán lo único que puede hacer es poner esa mirada perdida e ir de un lado a otro sin ni una sola frase destacable en su personaje. Si a eso le sumamos el personaje de Sergi López pasado de vueltas, entonces vamos de la apatía a la sobreactuación en segundos y eso no ayuda a la historia. “Quatretondeta” es una película irregular e hinchada, pero no acaba de ser un desastre completo.