Nic (Brenton Thwaites) y Jonah (Beau Knapp) son dos frikis que se dirigen a un lugar “X” para dejar a Haley (Olivia Cooke) la novia del primero de ellos quien se quedará ahí por una temporada, mientras viajan por la carretera se dan cuenta que un experimentado hacker los está incitando y siguiendo, por lo que buscan de donde proviene la señal del ip o qué sé yo, algo así, casualmente dicha emisión llega de un lugar por donde pueden pasar desviándose un poco de su ruta por lo que acceden a ir, sin embargo, al llegar las cosas se complican.

A partir de este punto inicia prácticamente lo que puede considerarse una película diferente, todos esos minutos son una introducción innecesaria que luego se pierde. El trío llega a la casa de donde proviene la señal, pasa un desmadre y luego los protagonistas aparecen en una aséptica edificación del gobierno, donde los mantienen aislados, con mucho misterio alrededor de lo que sucedió (no lo recuerdan), donde los trabajadores del lugar utilizan unos trajes para protegerse y sin posibilidad de comunicarse con el exterior.

Segundo largometraje del realizador William Eubank quien ya tenía a cuestas Love (2011), continúa en la onda de la ciencia ficción con presupuestos reducidos, nuevamente trabaja el guion solo que en esta ocasión en compañía de Carlyle Eubank y David Frigerio, una trama que apenas mantiene al espectador pero que está mal tratada, sobre todo tiene una serie de inocentadas y tonteras dentro de su coherencia interna que le restan credibilidad, tornándose un producto mediocre.

Lo mejor es la ambientación que se consigue, todo lo referente a este lugar donde se encuentran recluidos y con lo que sucede sobre el final, los efectos especiales cumplen a cabalidad, se llevó el galardón en dicho apartado en Sitges, pero en términos generales el film no se sostiene en lo absoluto, por momentos es hasta risible, intenta sorprender con el final pero la verdad no lo alcanza e incluso es un tanto predecible lo que le afecta aún más. Pasenla por alto, de nada se pierden.