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Costa Rica Costa Rica · Guápiles
Voto de 10P24H:
10
Drama A un hombre de negocios sus amigos le piden constantemente consejos sobre el matrimonio, la vida conyugal y la vida familiar. Su serenidad y sus agudos análisis le permiten encontrar el consejo oportuno para cada situación. Sin embargo, cuando él mismo tiene que afrontar una delicada situación que afecta a su hija mayor, tropezará con grandes dificultades para encontrar una solución al conflicto. (FILMAFFINITY)
19 de abril de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película perteneciente a lo que podríamos catalogar como la etapa tardía del maestro japonés Yasujirō Ozu, quien filmando vivió la transición desde el cine mudo al sonoro, donde comenzó a labrarse un camino que lo llevo a convertirse en uno de los principales cineastas de su país, aunque por lo general se encuentra rezagado en cuanto a interés por otros directores nipones, quienes alcanzaron mayor exposición a nivel internacional.

Su importancia radica en la sencillez de su cine: historias sobre gente común, relaciones familiares y cotidianeidad. El film se encuentra basado en una novela del escritor Ton Satomi, y cuenta con guion del propio Ozu junto a su recurrente colaborador Kôgo Noda.

En el filme tenemos la historia de Wataru Hirayama (Shin Saburi), un exitoso hombre de negocios, cabeza de su familia y además consejero de algunas amistades que se acercan de vez en cuando por ayuda. Hirayama es un maestro solucionando los conflictos de estas personas, muchos referidos a la situación sentimental de sus hijas, pero cuando es el momento de actuar con su hija mayor, su discurso se vuelve desfasado e incoherente.

Basta observar la primera secuencia tras los créditos iniciales para ver la maestría de dirección de Ozu, un dialogo simple de dos personajes, primero una toma abierta, luego la cámara enfocando a cada uno mientras habla, otra toma abierta donde se muestran ambos, una conversación sencilla, casi sin interés.

Conforme va avanzando el metraje, la simpleza con que es manejada la historia abruma, no en el sentido negativo de la palabra, todo lo contrario. Pareciera que hacer cine y contar historias es muy sencillo así como lo muestra Ozu, como si cualquiera lo pudiera hacer. Pero esa excelencia es difícil de alcanzar y evidentemente no está al alcance de todos. Por eso muchos buscan el truco fácil, el escándalo, la exposición, el mercadeo para salir adelante.

Y es que Higanbana es valiosa aun habiendo pasado seis décadas desde su estreno, pareciera que su trama pudiera estar anticuada, pero todo lo contrario: perdura. Se mantiene vigente porque es un tema relevante, el matrimonio y sus decisiones, esto que puede convertirse en toda una afrenta entre padres e hijos, pero donde se busca que siempre gane la razón.

Porque es sencillo pensar que las preocupaciones del padre siempre van a estar, la búsqueda de lo mejor, del bienestar para sus hijas. Aquí el contexto si puede jugar en contra de Hirayama, dueño de una empresa, bien posicionado, no puede concebir los deseos de su hija. Una resolución igual de sencilla para el conflicto, hasta inocente, pero la amargura siempre está, hasta que la sensatez por abrirse aparece en modo de un viaje en tren.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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