Ambientada en Japón en el año 2029, en un futuro donde la tecnología se encuentra sumamente avanzada, donde la gran mayoría de personas se encuentran constituidas por partes de robots, e incluso las mentes pueden ser trasladadas a otros cuerpos robóticos.

Es decir, en este lugar la frontera entre humanos y robots es casi nula, una sociedad compuesta por humanos “naturales” (con nulos o casi nulos cambios), robots (no hay que aclarar nada) y los cyborgs (combinación de ambos).

En este contexto, aparece un hacker que se hace llamar “El Titiritero”, un individuo que gracias a su trabajo está poniendo en vilo a la seguridad, debido a que a hackeado el cerebro de diversos humanos para tomar el control de ellos y usarlos a su antojo.

Es por esto que la oficial Motoko, una cyborg que trabaja en las fuerzas especiales que luchan contra los crímenes cibernéticos, se encarga, junto con su equipo de trabajo de seguirle la pista a este delincuente.

Ghost in the Shell es un film interesante, con ideas amplias y profundas que va develando conforme avanza el metraje (es muy compleja, aquí más metraje me parecería mejor para aclarar ideas), una obra que es más grande de lo que aparenta.

Esto porque fomenta diversas reflexiones sobre la inteligencia artificial, la funcionalidad del ser humano en un mundo donde depende de las máquinas, y que con todo esto hilvana fino en lo que es ético y no ético.

Ghost in the Shell funciona muy bien como película de Ciencia Ficción, una obra visual sumamente sugestiva, con una animación de un nivel realmente sobresaliente, una hermosa película fácilmente convertida en obra de culto.