Siempre incansable en su necesidad de salir de la zona de confort, que tan bien le sienta a realizadores mediocres y faltos de imaginación, Soderbergh se mete con un personaje clave del siglo anterior, tan admirado como odiado por partes iguales: Ernesto “Che” Guevara. Lo hace a lo grande, con una obra biográfica centrada en sus campañas en Cuba y Bolivia, presentada en el Festival de Cannes con una duración de cuatro horas y media, y estrenada de forma comercial dividida en dos partes.

Así, este primer segmento titulado El argentino, esta enfocado por completo en la Revolución cubana, hecho histórico que aún hoy día repercute en este país y en la geopolítica a nivel mundial, Cuba resiste. Es así como a lo largo del metraje, se va observando el andar de la guerrilla liderada por el Che (Benicio del Toro) y Fidel Castro (Demián Bichir), evidentemente enfocada en el primero.

El avance, luego del desembarco en la isla, nos lleva por la tortuosa montaña, tortuosa para los guerrilleros, pero también para el equipo de producción. Van movilizándose hasta pasar a la ciudad, incesantes en su objetivo: expulsar a Batista y liberar el intervencionismo estadounidense en el país. Así mismo muestra el enfoque social del Che, siempre en busca de llevar educación y salud por donde pasaba. El filme está basado en sus diarios personales, guionizado por Peter Buchman,

En el desarrollo del filme, no se puede obviar la secuencia en México que sirve para plantear ideas alrededor de los motivos y los preparativos para la revolución, así mismo, los constantes saltos en el tiempo que se hacen para mostrar de forma paralela las acciones revolucionarias, donde se observa al Che en los Estados Unidos, siendo entrevistado y con su participación en la Asamblea General de la ONU.

Lo más valioso que consigue Soderbergh es que logra plantear un filme que no se muestra como un panfleto ni en favor ni en contra de la Revolución o del Che, como figura central del relato. Por el contrario, la narración presentada casi como un documental, logra entrever un lineamiento lo más neutral posible, es precisamente ahí donde también radica su ambivalencia, su carácter aséptico puede resultar apático para algún sector del espectador que busque algo más emocional.

No obstante, la validez de esta primera parte del relato del Che de Soderbergh se ve influenciado por una buena presentación de los elementos e intereses revolucionarios, de la lucha ideológica con Estados Unidos, sí a esto se le suma a un del Toro en estado de gracia con un personaje que le cae a la perfección, más una ambientación bien lograda, la película se convierte en un retrato eficiente del conflicto en cuestión.