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Costa Rica Costa Rica · Guápiles
Voto de 10P24H:
7
Drama Relato iniciático sobre un adolescente de 16 años, Ari, quien tras haber estado viviendo con su madre en Reikiavik, es enviado de vuelta a la remota región de los fiordos occidentales para vivir con su padre. Allí tendrá que lidiar con la difícil relación con este, y encuentra cambiados a sus amigos de la infancia. En ese ambiente desesperanzador, Ari tiene que esforzarse para encontrar su camino. (FILMAFFINITY)
10 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ari (Atli Oskar Fjalarsson) es un chico de 16 años que a pesar de su negativa debe trasladarse a vivir de Reikiavik, capital islandesa, a Vestfirðir, un alejado y pequeño pueblo rural al noroeste del país. En este lugar lo espera su papá (Ingvar Eggert Sigurðsson), a quien no ve desde hace mucho tiempo y se dedica solo a beber, y su abuela (Kristbjörg Kjeld), una mujer compasiva y cariñosa.

El protagonista debe hacer frente a retornar al pueblo del que se fue siendo un niño, estando en la adolescencia su vida se encontraba enfocada en la ciudad, por lo que el impacto de llegar a este pueblo lo hace confrontarse con su padre, quien aunque a primera imagen se muestra bien, pronto aparecerán los conflictos. Además de reencontrarse con amistades del pasado, especialmente Lára (Rakel Björk Björnsdóttir), amiga de la infancia.

Rúnarsson se acompaña por habituales colaboradores suyos, con los que menciona a creado un estilo propio, al que se refiere como realismo poético. Tanto en la dirección de fotografía, con Sophia Olsson, como en el montaje con Jacob Secher Schulsinger. La película se maneja con un ritmo calmo, pausado, con la cámara por lo general estática, con algunos leves paneos en algunos momentos.

Estrenada en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde se alzó con la Concha de oro a Mejor película, Þrestir representa el segundo largometraje de ficción de Rúnarsson. Cuenta con guion del propio realizador, que toma ciertas reminiscencias de un cortometraje suyo, que era el leitmotiv de dicho trabajo, y un punto primordial donde se desarrolla el clímax de este.

Es decir, Rúnarsson va construyendo y contextualizando a sus personajes y eventos para finalizar en un hecho ya consabido por él. Sin embargo, esta situación no resulta ser antojadiza o forzada, por el contrario, el realizador va forjando los caracteres de cada personaje de forma natural. Aparte, es claro que quien no conozca el cortometraje, no va a evidenciar esto.

El largometraje funciona solo y como tal, como un muy buen producto. Un drama familiar con un adolescente como protagonista, que tiene que tejer -en esa época que puede resultar tan trágica- una nueva vida, mientras también de forma escabrosa se detalla como la inocencia asexuada de una voz angelical, se va dejando de lado a lo carnal, y lo crudo que emerge del relato.
10P24H
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