Segunda película dirigida por el actor Tim Robbins basada en el libro escrito por la hermana Helen Prejean que cuenta sus experiencias personales con un condenado a muerte por violación y asesinato durante sus últimos días de vida.
Lo que mejor define el trabajo de Robbins en esta película es que se dedica únicamente a exponer los hechos sin tomar partido, no exagera la maldad del delincuente sin olvidar sus actos ni tampoco el sufrimiento que padece durante la ejecución, así como tampoco se manifiesta ni a favor ni en contra de la pena de muerte dejando al espectador que piense libremente cual es su opinión.
Susan Sarandon interpreta brillantemente a la monja llena de fe y esperanza que basa su trabajo (que le valió para ganar el Oscar) principalmente en las expresiones de su rostro demostrando lo gran actriz que es, y Sean Penn está más que correcto interpretando al recluso en un papel que le va como anillo al dedo y que le sirvió para ganar el Oso de Plata al mejor actor en el festival de Berlín.
En definitiva, gran película que invita a reflexionar sobre un tema tan controvertido como la pena de muerte. Muy recomendable.