La respuesta, 42 años después, es la misma: Puede, pero tiene que «pecar» un poco. Ransom Stoddard cargó durante toda su vida con la mentira que le llevó al Congreso y con el asesinato de Liberty Valance a manos de Tom Doniphon. Abel Morales, aconsejado por su mujer, tendrá que pensar, cada vez que gaste un dólar, en el delito fiscal que ha cometido para poder sacar adelante su empresa.

Será duro, o será una ingenuidad pensar de otra manera. El caso es que, en ambas películas, la respuesta es idéntica. Hay otra solución al dilema, por supuesto: el martirio. Pero ésa la dejamos para «Un hombre para la eternidad» «Becket», «Barrabás», o las innumerables versiones cinematográficas de la vida de Cristo.

¡Es lo que hay!