La actual corriente dominante en Hollywood, de utilizar la política para justificar cualquier mal, y conseguir así el beneplácito de crítica y público, además de eludir el riesgo de ser tachado de inadecuado, genera productos tan tópicos y previsibles como esta película.
Pareja demócrata afroamericana bien situada económicamente, compran mansión de lujo a republicano recalcitrante (defensor de las armas, asesino, defraudador, mentiroso, violento, …). La lucha entre el bien y el mal, llevada a su formato más complaciente, simple y facilón.
El director prefiere ser uno más entre los cineastas acomodados en el actual establishment, que rebelarse y arriesgar o innovar como hacen otros directores. No hay doblez en los personajes, no existe duda o matiz: todos son o rectos hasta la médula (los afroamericanos), o la peor encarnación del diablo (el blanco republicano).
Y si tiene que ser así, ¿Dónde queda la tan manida excusa de utilizar el cine para denunciar, o alzar la voz por los olvidados ?. Precisamente el personaje encarnado por Dennis Quaid –lo poco salvable de la película- es quien consigue más altas dosis de interés, por conocer que motivaciones le llevan a su situación -que obviamente no se explican
Dentro de poco, me temo que todas las películas de Hollywood serán del mismo calibre, mismo color, mismo discurso… O de superhéroes claro…