Haz click aquí para copiar la URL
España España · Lleida
Voto de Uma:
8
Drama La familia Solé lleva varias generaciones cultivando una gran extensión de melocotoneros en Alcarràs, una pequeña localidad rural de Cataluña. Pero este verano puede que sea su última cosecha: la fruta ya no renta y los paneles solares están sustituyendo a los árboles.
2 de mayo de 2022
38 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces uno tiene el privilegio de ver una película tan cercana en lo anecdótico y lingüístico como es Alcarràs para los leridanos. Lleida es una ciudad más urbana que payesa, pero todos tenemos algún pariente que nos conecta con el campo, que es de este o aquel pueblo, quizás del mismo Alcarràs (a 15 km de Lleida). Seguramente todas las personas del mundo estamos a un paso generacional del campo, pero en Lleida y alrededores, eso se siente más cerca, se respira en el aire. A modo de ejemplo: dependiendo de como sople el viento, la ciudad entera huele a purines. Hay quien lo odia, y hay quien lo adora. Mi abuela decía que eso daba lucidez.

Tocado como tantos otros del lugar, me fui a ver Alcarràs en una sala llena hasta la bandera (en los cines de Lleida, todas las salas que proyectan la película están a reventar). No veía una sala así desde "Tiburón", en los setenta.

Cinematográficamente, la película tiene un estilo muy definido que no es novedoso en absoluto. Más bien al contrario, muchos cineastas (sobre todo mujeres) están haciendo un cine contemplativo, retrato realista de situaciones, muchas veces guionizadas sobre la marcha para dar mayor veracidad a los personajes y a lo que viven. "Libertad", "Las niñas", "Seis días corrientes" y otras. También en Europa lleva haciéndose ese cine. Carla Simón ya lo ensayó con gran éxito con "Estiu 1993", y ahora repite la fórmula. Su mirada es de una honestidad abrumadora, como dice ella misma se trata de acercarse a la verdad de lo que está contando. La simplicidad de las anécdotas, de los diálogos, tiene la medida justa para no perder el hilo ni de la ficción ni de la realidad. Un camino muy estrecho muy bien trazado.

Pero hay algo que diferencia el cine de Simón: el camino a un propósito. La estructura narrativa y lo que consigue con ella. Al final resulta tan sencillo que no parece posible que resulte tan original. No se trata de otra cosa que de construir ladrillo a ladrillo una emoción. Toda la película es la preparación para un momento, en el cual la empatía con los personajes ya es tal, que la película percute con una fuerza inesperada. Y lo más excepcional, percute desde la verdad de lo que se expone, desde el drama que es el propósito mismo de la película. Nadie, nadie, nadie hace eso en el cine de una manera tan nítida, tan limpia, tan transparente y efectiva como Carla Simón, nadie consigue situar al espectador tan adentro en las tripas de los personajes. El cine como camino para llegar a la emoción, como cuadro que cuenta una historia en 120 minutos, como música que calienta el alma o la hiela a base de ruido de tractores, canturreos de niña o voces de abuelo que van perdiendo fuelle lentamente. Alcarràs es el ejemplo más reciente de lo que significa el cine entendido como obra de arte. No hay nada más universal que eso.

En Lleida las expectativas eran tan altas, que un servidor temía que sería imposible que no saliera decepcionado. No salí decepcionado, salí emocionado, no solo por la película y lo que cuenta, (la parte universal del meollo) sino por ver que alguien en este mundo tan grande se ha parado a contar una historia de mi territorio. Esa parte es un privilegio reservado - ¡por una vez en la puta vida! - exclusivamente a los leridanos.
Uma
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow