Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Juan Ignacio :
7
Drama Las hermanas Omocha y Umekichi son dos geishas que viven en el barrio de Gion, en Kioto. Encarnan dos polos opuestos de la mujer japonesa: mientras Omocha es una chica moderna, Umekichi sigue siendo una tradicional mujer japonesa. Este contraste se agudiza cuando el negocio del mercader Furusawa, su protector y cliente habitual, quiebra. (FILMAFFINITY)
10 de enero de 2018
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La acción de esta película sucede en la misma época en que se rueda, 1936. Barrio de Gion, en Kioto, tradicional rincón de esa gran ciudad japonesa conocido por acoger a la mayoría de los artistas y artesanos clásicos de esa población, así como a un buen número de geishas. Umekichi (Yôko Umemura) y Omocha (Isuzu Yamada) son dos hermanas dedicadas a ese citado oficio; ellas no son ricas, ni trabajan para un gran patrón, ni siquiera tienen uno, aunque quisieran. Ante la quiebra del negocio de un cliente, el señor Furusawa, la mayor de las hermanas, Umekichi, se apiada de él y le da cobijo en su casa, algo que enfurece a su joven hermana, quien, con una mentalidad muy adelantada para aquella época, se ve a sí misma, y a las demás compañeras de profesión, como meros juguetes en manos de los hombres, a quienes considera enemigos y, por tanto, objetivos lícitos de toda clase de represalias y engaños por parte de ellas.

Segunda película sonora de Kenji Mizoguchi, y segundo gran fracaso comercial, hasta tal punto que la productora Dai1chi Egia, fundada por el propio director y Masaichi Nagata, quebró. Se puede decir que este gran cineasta no entró con buen pie en el cine sonoro en cuanto a éxito en taquilla, de crítica si lo obtuvo, tanto en este caso como en el anterior, con el filme, estrenado en el mismo año, 'Elegía de Naniwa'.

Mizoguchi escoge de nuevo, como lo haría en muchos de sus trabajos posteriores, el universo femenino como sujeto; en este caso el contenido en el mundo de las geishas, en una época en que su significación originaria se encontraba ya bastante desvirtuada, cada vez más cerca de la simple prostitución. Mundo, por otra parte, que el director conocía muy bien, su propia hermana fue geisha, obligada por su padre, convivió con ella, y bajo su auxilio económico logró salir adelante en su primera época profesional; más tarde ya tuvo con ese colectivo relaciones de otro tipo, a causa de alguna de ellas llegó a salir muy malparado. En realidad fue todo un gesto de valentía, escoger tal argumento, como ya hizo con su obra anterior, dar voz a unas mujeres más marginadas aún de lo que ya lo estaban por el simple hecho de ser mujeres dentro de un mundo muy machista. Para exponer todo ello se basa en un relato de Aleksandr Kuprin sacado de su extensa obra 'El burdel', en la que el escritor ruso entraba en el sórdido ambiente de la prostitución en su país.

La realidad, una vez más, se terminará mostrando tozuda ante las dos hermanas, dando la razón más a una que a otra, eso sí. Se podrá decir que existe un tono melodramático en toda la historia, mayor aún al final, pero también se puede ver desde otro prisma, que todo sucede en 1936, todavía faltaba mucho para 'Ladrón de bicicletas', para todo neorrealismo en el cine, y ahí estaba ya Mizoguchi con esta crítica social, con una cierta distancia (real, no hay primeros planos) para tratar de no personalizar el drama que cuenta. En la forma de plasmarlo, de nuevo nos encontramos en la antesala de quien sería un maestro; ese plano secuencia en travelling para comenzar, sus picados, el uso de grandes angulares, la profundidad de campo, el juego de la luz con las sombras, para acentuar lo anterior, todo ello era innovador en un cine que en ese momento se dirigía todavía como si se mostrara una obra de teatro. Mizoguchi continuaría depurando su estilo y, sin tardar mucho, llegaría a la maestría absoluta.
Juan Ignacio
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow