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Voto de Juan Ignacio :
9
Drama Suecia, mediados del siglo XIV. La Peste Negra asola Europa. Tras diez años de inútiles combates en las Cruzadas, el caballero sueco Antonius Blovk y su leal escudero regresan de Tierra Santa. Blovk es un hombre atormentado y lleno de dudas. En el camino se encuentra con la Muerte que lo reclama. Entonces él le propone jugar una partida de ajedrez, con la esperanza de obtener de Ella respuestas a las grandes cuestiones de la vida: la ... [+]
18 de abril de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antonius Block, caballero que ha luchado en las cruzadas durante diez años, regresa junto a su escudero Jöns a su Suecia natal, tierra asolada por la peste en ese momento, a mediados del siglo XIV. Inesperadamente la Muerte sale a su encuentro dispuesta a llevárselo. Antonius tratará de dilatar ese momento proponiéndole a esta jugar una partida de ajedrez (algo en lo que él es experto). La Muerte acepta la proposición de Block.

Ingmar Bergman toca el tema de la angustia del hombre ante su final de manera frontal. Lo reviste, como a casi toda su obra con un punto de vista existencialista, en la que la creencia, y la duda, en la existencia de Dios, o no, tiene una importante presencia; pero, sobre todo, lo principal en esta obra es la lucha que se establece entre el deseo de supervivencia del ser humano, por muy miserable que resulte su existencia, ya sea creyendo en la trascendencia de esta o no, y la presencia inminente del fin de su vida.

No faltan reflexiones sobre lo cortos que resultan los momentos de placer durante la existencia humana comparados con los acompañados de sufrimiento, ni la visión del clero y su religión como pura superstición, interesada, por cierto, ni el mundo del teatro (esos actores serán los únicos personajes que burlarán los mortales efectos de la epidemia). Tampoco permanecerá ausente la idea del amor (desde el más mundano al más sublimado), ni un fino e irónico sentido del humor en medio de tan magna tragedia. La pureza, tan rara que se le da una apariencia un tanto irreal (en las visiones de Jof, principalmente), que aparece en el matrimonio formado por el citado Jof y Mia, acompañados de su pequeño hijo Mikael, también tiene cabida.

Bergman firma un guion de enorme calidad y le dota de una dirección sublime, con una portentosa composición escénica, con el acompañamiento de la magnífica fotografía de Gunnar Fischer; todo ello en una película que se rodó tan solo en 35 días.
Juan Ignacio
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