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España España · Valencia
Voto de Javi:
9
Cine negro Después de asaltar un tren que transportaba 300.000 dólares y asesinar a los maquinistas, Cody Jarret y su banda huyen con el dinero, pero son perseguidos por agentes federales que sospechan que Cody es el autor del robo. Una vez preparada una coartada perfecta, Cody se entrega a la policía y es condenado sólo a dos años de prisión; sin embargo, los agentes del Tesoro, convencidos de que fue el cerebro del asalto, le tienden una trampa. (FILMAFFINITY) [+]
5 de marzo de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Al Rojo Vivo se estrenó allá por 1949, las películas de gángsters habían pasado a un segundo plano en el cine americano. Estados Unidos venía de luchar una espantosa guerra. Los efectos de la Gran Depresión ya comenzaban a disminuir al igual que la popularidad del género. Mientras que en la época anterior al Codigo Hays (que se aplicó en 1934), se presentaba al gángster como el arquetipo de un moderno Robin Hood, en la era de Roosvelt el gángster y su época eran considerados como reliquias de un pasado sin ley. En películas como Enemigo Público (1931), Angeles con caras sucias (1938) o Los Violentos Años Veinte (1939), a menudo existen fuertes implicaciones de que el crimen es un factor desestabilizante a nivel económico y social y que traía consigo prejuicios culturales, el acceso desigual a las oportunidades, la miseria urbana y las promesas rotas. Por lo tanto, los gángsters del período clásico de Hollywood se originan principalmente en la clase obrera y los barrios de inmigrantes de después de la Primera Guerra Mundial, donde el desempleo, la miseria y el hambre abundaban. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, el género fue derivando más a películas de detectives y sobretodo absorvido en el nuevo género que apareció en aquellos años: El Noir.

La estrella más emblemática del género, James Cagney, ya no protagonizaba ese tipo de películas. De hecho, a Cagney no le gustaba mucho el género pero le era difíícil salir de él, más aún siendo tan endiabladamente bueno siendo el protagonista de esas pelis. Después de librarse del encasillamiento logrando un Oscar por Yankee Doodle Dandy, Cagney sentía que era el momento de acometer proyectos más serios y dramáticos intentando librarse de esa imagen de gángster que tanto lució en los años 30. Alternó éxito menores con fracasos importantes e incluso se independizó de Warner Brothers. Pero finalmente volvió a Warner y su regreso fue ni más ni menos que de otro gángster. Y de nuevo volvía a estar dirigido por Raoul Walsh, quien le había dirigido en su última película como una gángster: Los Violentos Años Veinte, de 1939. Al rojo vivo fue posiblemente el cierre al gran ciclo de películas de gángsters de la Warner que había comenzado 20 años atrás. Y esta vez Cagney daba vida a Cody Jarret, el líder psicótico de una banda de criminales que son el objetivo de una investigación federal por un sangriento asalto a un tren. A pesar de estar casado con la rubísima Verna (Virginia Mayo), Jarret solo pone su fé y su afecto en una mujer: su madre (Margaret Wycherly). Verna se puede considerar como una superviviente, una mujer presentada perfectamente como una mujer vulgar, la cual rige su afecto donde más le conviene. Y Edmond O'Brien protagoniza un papel interesante y complejo como el agente de Fallon, que en muchos aspectos es presentado por Walsh como el verdadero villano, un presidiario que se gana la confianza de Cody.

Puede decirse que Cody Jarret es una mezcla explosiva entre sus personajes de Enemigo Público (1931) y Los Violentos Años Veinte (1939), pero siendo esta vez más astuto, enérgico, divertido y... violento. Mientras que aquellos villanos que protagonizó en esa películas se movían más por preocupaciones económicas (era la época de la Gran Depresión, donde el trabajo era muy difícil de encontrar) en Al Rojo Vivo la principal fuerza motriz es que literalmente está loco y desquiciado. Jarret es un enfermo mental que sufre crisis epilépticas con terribles migrañas y está patológicamente unido a su madre, en un claro ejemplo de complejo de Edipo. Se presenta como un ser humano depravado, paranoico y agresivo, matando sin sentimiento de culpa y sin vacilar en ningún momento. Conforme pasa la película, Jarret va convirtiéndose en un ser tremendamente volátil con una gran inestabilidad, con arrebatos sádicos y viscerales. Y es que si aquellos gángsters de los años 30 acababan siendo víctimas de sus acciones inmorales y modo de vida, Jarret es finalmente víctima de si mismo, de su locura con una autoinmolación que resultaría impensable en el cine americano anterior a la Segunda Guerra Mundial.

Este tratamiento psicológico es particular en el vínculo extraño y profundo entre Jarret y su madre. Esa psicología manifiesta se aplicaba con la intención de dar mayor credibilidad y de aceptación dentro de esa sociedad americana de posguerra, totalmente desprendida de su anterior inocencia. Ya en aquellos añós se empezaba a aplicar temas psicológicos en películas como Recuerda (1945) y Vorágine (1949). Pero mientras que en esas películas se usaba de manera melodramática, Walsh incorpora la psicología para implantarlo en el género de gángsters. Mientras la locura había sido asociada generalmente a la criminalidad en películas de terror, esas característica fueron trasplantadas a un drama criminal contemporáneo. Pero también Al Rojo Vivo se puede considerar como precursora (al mismo tiempo que películas como La Ciudad Desnuda, Yo Creo en ti e Incidente en la frontera) de un tipo de cine donde se mostraban los procedimientos de la policía, un cierto tono semi-documental en ciertos aspectos. Observamos los métodos de investigación de la policía, sus últimas innovaciones tecnológicas para resolver los crímenes como esos dispositivos de rastreo y osciladores.

Y es que Al Rojo Vivo es un claro ejemplo de como el cine americano fue cambiando después de la guerra y sigue siendo una de las piedras angulares del género de gángsters, que refleja perfectamente el final de una época en el género
Javi
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